Sarkozy criticó "el control de cambios" y "el rechazo al mundo"

De visita en la Argentina, el ex mandatario francés, Nicolás Sarkozy criticó la política monetaria del Gobierno de Cristina Fernández y defendió la necesidad de "abrirse al mundo" para lograr crecimiento económico. Sostuvo que es "un error creer que el control de cambios es la respuesta a todo" y que la economía debe plantearse en términos de apertura al mundo: "si ese mundo se rechaza, no se debe creer que con esos diques de papel se están protegiendo".


El ex presidente de Francia Nicolás Sarkozy disertó ayer en Buenos Aires sobre el mundo, la política y los negocios y dio su opinión sobre la integración de la Argentina al Mercosur, la apertura económica del país e incluso los proyectos de la petrolera YPF en el yacimiento Vaca Muerta. 
 
"Es un error creer que el control de cambios es la respuesta a todo", sentenció con respecto a la política monetaria.
 
"Cuando empecé mi carrera política, los docentes de Economía decían que un país fuerte tiene moneda fuerte y que cuando un país es débil, la moneda es débil. Eso es mentira. Estados Unidos tiene moneda fuerte y moneda débil; Europa, economía con problemas, pero moneda fuerte", subrayó ante el auditorio de la Usina del Arte, adonde asistió invitado por el Grupo RHUO.
 
Para Sarkozy, la economía debe plantearse en términos de apertura al mundo. "Si aceptan abrirse, se trata de un intercambio de personas y mercaderías, para lo que hace falta ser competitivo, con una regulación que permita ganar la batalla de la internacionalización", aseguró. 
 
"En cambio, si ese mundo se rechaza, no se debe creer que con esos diques de papel se están protegiendo", advirtió.
 
"Existe un mercado, y el valor de la moneda no se define porque un responsable político diga cuánto vale. Un país grande como la Argentina o como Francia no puede replegarse detrás de fronteras imaginarias. El porvenir para todos es la apertura y no el repliegue", insistió. 
 
En ese sentido, remarcó la importancia de tejer alianzas estratégicas con los países vecinos para salir a "conquistar el mundo" y de que América Latina hable "con una única voz" para potenciar su crecimiento.
 
"Imagínense a Francia o a Alemania sin Europa. Si no nos hubiéramos unido hace 60 años, nuestros países habrían desaparecido del mapa. El futuro de la Argentina es la apertura al mundo, a sus hermanos del continente. ¿Cuál es el problema hoy? Hay demasiadas diferencias entre los países; el Mercosur todavía no está demasiado integrado y no alcanza. Hay que acercarse a Colombia, Chile y Brasil", consideró.
 
Por otro lado, el ex jefe de Estado francés retomó uno de los desafíos que plantea la globalización para los Estados nacionales y negó que la apertura al mundo implique una pérdida de la identidad propia de cada país. 
 
"Hay una paradoja: cuánto más abiertos estemos al mundo, más vamos a querer tener los pies en nuestras raíces, en nuestra tierra, en nuestra cultura. El mundo de hoy es de culturas compartidas, y si no cuidamos nuestra identidad, ¿qué vamos a compartir con nuestros vecinos?", planteó.
 
Al ser consultado sobre YPF y la explotación del yacimiento Vaca Muerta, que generó una fuerte resistencia entre las comunidades de Neuquén, Sarkozy sostuvo que la producción energética es central para la economía y criticó a los movimientos ecologistas por "oponerse al progreso". "Toda economía necesita energía; sin ella, no hay crecimiento, no hay empleo".
 
De acuerdo con Sarkozy, hay sectores que no "comprenden" el progreso como una ventaja, sino como un problema. "Entiendo que se preocupen por el medioambiente, pero no habrá futuro para la Argentina sin una energía barata y abundante. Eso se pagará con desempleo y pobreza, que afectan más al medioambiente que la energía fósil no convencional", afirmó. 
 
Y concluyó: "En 30 o 40 años, la Argentina será uno de los grandes países del mundo o va a desaparecer del mapa. En este momento ya no hay espacio para que les otorguen un lugar, sino que hay que ganarlo, y se lo merecen".
 
Sobre la libertad y la seguridad dijo que "nuestra libertad está amenazada cuando nos agreden en la calle, o en la casa, o el miedo cuando un hijo sale solo. El problema de nuestras sociedades no es de libertad, sino de seguridad, a no tener miedo a salir o a perder los bienes que uno logró a lo largo de toda su vida".

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