Francisco tiende un puente hacia los islámicos

La isla de Mindanao es una gran isla localizada en aguas del océano Pacífico, la segunda isla más grande del archipiélago y la más oriental de las islas Filipinas. Los musulmanes de Mindanao, cuyo nombre colectivo es Bangasamoro, lograron su autogobierno el 01/08/1989, creando la Región Autónoma del Mindanao Musulmán (RAMM), formada por 5 provincias: Basilán, Lanao del Sur, Maguindanao, Sulu y Tawi-Tawi. El presidente Benigno Simeón Aquino III (hijo del asesinado Benigno S. Aquino Jr., y de la ex presidenta Corazón Cojuangco Aquino), alcanzó un acuerdo en octubre de 2012 con el grupo rebelde separatista islámico Frente Moro de Liberación Islámica para intentar poner fin al conflicto armado de más de 40 años entre el Estado filipino y la insurgencia islámica. El acuerdo contempla la creación de una nueva entidad territorial autónoma para reemplazar al Mindanao Musulmán. Pero el asunto no avanza... aunque la Iglesia Católica Apostólica Romana decidió utilizar el conflicto para demostrar una apertura hacia el mundo del Islam, según explicó Vatican Insider:


Viernes 16/01/2015: El papa Francisco, acompañado por el cardenal Luis Antonio Tagle, camina entre una multitud de fieles al llegar a una reunión con familias en la arena Mall of Asia, en Manila, Filipinas.
por PAOLO AFFATATO
 
ROMA (Vatican Insider). Crear definitivamente la nueva región autónoma musulmana es esencial para la paz en las Filipinas del Sur: sibre este argumento fundamental están de acuerdo y establecen una alianza la Iglesia filipina y el gobierno del presidente liberal Benigno Aquino Jr.
 
El presidente, desde que comenzó su mandato, ha sido visto con desconfianza por la jerarquía católica debido a su postura liberal en relación con temas éticos, como la cuestión del control de la natalidad o la educación sexual de los jóvenes. Los obispos lo han criticado duramente a lo largo de su presidencia. Se le achaca, particularmente, la inmovilidad en relación con la reforma agraria y no haber cancelado los fondos estatales que benefician a legisladores locales (el llamado “pork barrell”), que a menudo los utilizan para obtener más consensos entre la población.
 
Pero ahora, la Iglesia católica parece sostener el esfuerzo que está llevando a cabo el presidente Aquino con la intención de pacificar la isla de Mindanao. La visión de los líderes eclesiales y la del gobierno coinciden, por lo que se ha generado un «pacto de no beligerancia» en el que incluso hay una estrecha colaboración. El año pasado, los obispos y todos los movimientos católicos expresaron gran satisfacción por el acuerdo al que llegaron el gobierno y el “Moro Islamic Liberation Front”, uno de los principales movimientos guerrilleros de la región del sur.
 
Ahora, en una fase crucial para la historia del país, la alianza se confirma con la promoción de la nueva región autónoma “Bangsamoro” (como se llaman los indígenas musulmanes del sur). De hecho, el Congreso filipino está estudiando la propuesta de ley que, ratificando el acuerdo firmado el año pasado, podría llevar a la institución de la nueva entidad, en el marco de una autonomía administrativa para las poblaciones musulmanas (que cuentan con más de 5 millones de ciudadanos) que viven en Mindanao.
 
Pero todo se ha visto comprometido por la polémica que suscitó la masacre de Mamapasano, en donde el pasado 25 de junio 44 elementos de la policía y del ejército murieron durante un enfrentamiento con los guerrilleros. Desde entonces, las fuerzas armadas lanzaron una ofensiva militar en contra de los combatientes del grupo “Bangsamoro Islamic Freedom Fighters” (BIFF). Durante alrededor de un mes de enfrentamientos, perdieron la vida alrededor de 140 molitantes del BIFF, con graves consecuencias para los civiles; los desplazados internos son más de 125.000 y muchos de ellos no se han visto beneficiados por la ayuda humanitaria.
 
Y además otro factor que complica la situación es el escenario político: la opinión pública se encuentra actualmente dividida. Muchos querrían que se interrumpiera el proceso de paz y que no pasara la propuesta de ley para la nueva región autónoma. Según el presidente Aquino, «el país está en una encrucijada». La Ley fundamental que instituye la nueva región musulmana «es el resultado de 17 años de intensas negociaciones» y «el sacrificio de todos los que han dado la vida por la paz sería inútil si el Congreso no la aprobara».
 
En este pasaje delicado, Aquino invitó a los cardenales filipinos, Luis Antonio Tagle (de Manila) y Orlando Quevedo (de Cotabato), además de Sócrates Villegas, presidente del episcopado, a que participaran activamente en un “Consejo de líderes” especial: los religiosos, al lado de políticos y juristas, deberían estudiar la ley de Bangsamoro para proponer mejorías y modificaciones. Se trata de un encuentro que pretende reunir las mejores energías del país con el objetivo de llegar al objetivo tan anhelado de la paz.
 
Uno de los cardenales incluso ha ido mucho más allá. La Iglesia ve en la nueva región autónoma para los musulmanes una «oportunidad real para la paz». Fue lo que subrayó el cardenal Quevedo, que vive en Mindanao, en una dura Carta abierta a los legisladores, en la que denunció «prejuicios históricos profundos que se encuentran en los rincones más recónditos de nuestras almas». «Debemos buscar la verdad y la justicia, con objetividad y sin prejuicios», afirmó.
 
Quevedo pidió además, con la esperanza de que el proceso de paz no sea obstaculizado, que «la Ley fundamental de Bangsamoro sea examinada según los criterios de la constitucionalidad y del bien común», evitando estigmatizar a los que la apoyen.
 
La carta promueve la naturaleza de la ley, que refleja tres principios fundamentales: la conservación de la soberanía nacional, la defensa de la integridad territorial y la autodeterminación de los musulmanes dentro de un territorio limitado. La ley, subrayó, no da la independencia: los poderes de policía, de control administrativo y los tribunales centrales seguirán siendo los del estado central.
 
Por ello, indicó, es necesario considerar la cuestión «en la óptica del diálogo y de la confianza», según un enfoque de «verdad, justicia, amor y misericordia». Esta es la vía, concluyó Quevedo, para «garantizar la esperanza significativa de una paz duradera y justa en las Filipinas del Sur».

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