De la Sota y el incómodo capítulo anti Massa en su nuevo libro

Quiero y puedo, la biografía del gobernador cordobés, tiene varias páginas dedicadas a su flamate aliado. Dice que usa frases vacías, cuenta una insólita anécdota y habla de "estar bien con Dios y con el Diablo".


"Nunca releo mis libros, porque me da miedo", dijo el genial Gabriel García Márquez una vez. Ese sentimiento de temor es el que podría sentir el gobernador de Córdoba, José Manuel De la Sota, al recorrer las páginas de Quiero y Puedo, la biografía política que presentó hace algunos días, en el que critica con dureza la figura de Sergio Massa, líder del Frente Renovador y su flamante socio político de cara a las PASO. Entre otras cosas, lo acusa de estar "con Dios y con el Diablo".
Así se titula justamente el capítulo 24 de la obra de relatos de la vida personal y política del cordobés: "Massa, con Dios y con el Diablo". En él, apunta que el precandidato presidencial de Tigre apela a "lugares comunes" en su campaña. Dice que sus opiniones son "mensajes para la tribuna sin la más mínima profundidad" y que no expone "ni una idea" de cómo solucionar temas como la inseguridad y los problemas económicos.

"Puedo entender la necesidad de conseguir votos. Pero no puedo justificar que dirigentes políticos que se creen con la capacidad para ser presidentes, le digan a la gente solo lo que -supuestamente- la gente quiere escuchar", escribe De la Sota en la página 121 de sus memorias, a las que definió, no como una biografía, sino como "un desahogo, sincero y profundo". El libro, claro, fue escrito y publicado antes de sellar la nueva alianza.
Después de recordar el pasado de Massa en la UCeDé y afirmar que trabajó mucho para la fusión de ese partido con el menemismo, hay espacio para algún elogio. "Veían en él a un muchacho joven, con muchas aptitudes y ganas", explica el gobernador.
Luego, De la Sota revela un insólita anécdota que tuvo lugar en Tigre. Eran tiempos en los que Massa dudaba si dar el salto político que al final dio en 2013. Cuando todavía no era un hecho que dejaba las filas del kirchnerismo, el diputado invitó al gobernador a comer: "Si era verdad que ya había abandonado las filas kirchneristas eso nos pondría, al menos, en una sintonía similar".

El escenario del encuentro fue una casona antigua que quedaba frente a uno de los canales del Delta, pero De la Sota la pasó mal: "Él no paraba de hablar por celular. Tampoco dejaba de chequear WhatsApp y su cuenta de Twitter. Y yo, que había apagado el mío, me sentí incómodo. Soy de los que piensa que el que tenga uno en frente merece atención, a menos que quieras, justamente, hacerlo sentir extraño".
El cordobés recuerda que en ese cara a cara Massa casi no lo miraba a los ojos, pero que pudo detectar, con apenas algunos cruces de miradas, que su divorcio con los K no era real, algo que, escribe, confirmó a la hora del postre.
¿Qué pasó? De repente, fogonazos de un flashes los iluminaron. "Parecía que apuntaban a nuestra mesa", detalla De la Sota y cuenta cómo reaccionó Massa: "Sergio, como movido por un resorte, se levantó para atender una llamada telefónica que solamente él escuchó y, al mismo tiempo, se puso de espaldas como para evitar la foto".
En realidad, los flashes no eran para ellos, sino que había un casamiento en el restaurante y los fotógrafos estaban retratando a los flamantes marido y mujer.
"Massa no estaba tan seguro de querer sacar los pies del plato. De pasarse al post kirchnerismo, como solía explicar a quienes le preguntaba si iba a ser anti kirchnerista", sentencia De la Sota, tras desmenuzar la insólita anécdota.
"Puro cálculo", se queja el gobernador. "Pura jugada a dos bandas", agrega. "Puro arte de estar con Dios y con el Diablo", repite sobre Massa, con el que, hace pocas horas, se lanzó a competir por la Presidencia
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