Lo que esconde Cristina: El poder de la palabra vs. el poder de los gestos

Cristina no da la cara. Aparecen, en cambio, carta tras carta con la ventaja que da el tiempo. Tiempo para pensar, tiempo para elaborar. Con la ventaja que da la escritura: esconder los gestos corporales, gestos que delatan. ¿Será por eso que abandonó sus tan usuales cadenas nacionales? "Las cosas se ponen cada vez más extrañas", dijo Aníbal Fernández. Tiene razón. Quizás esa sea la intención: elaborar el caos, la confusión, para que allí se pierda la verdad. Dicen que la mirada, los gestos de las manos y el tono de voz pueden ayudarnos a detectar a un mentiroso en el 54% de los casos. El asunto se complica cuando la conversación no es "cara a cara", pero no es imposible...


La mentira es un factor de estrés, sobre todo cuando hay que sostenerla durante largo tiempo. Para la mayoría de las personas sostener la mentira provoca angustia y dolor moral", explicó el doctor Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo.
Según él, sólo algunos sujetos con trastornos de la personalidad pueden convencerse de que la mentira les aporta beneficios o algún tipo de placer (...)".
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24) .- "Situación grave, excepcional o de trascendencia institucional" son requisitos para monopolizar los canales de radio y TV.  Sin embargo, no siempre la cadena nacional fue utilizada por esos motivos por parte de Cristina Fernández.  Y en más de una ocasión...
 
La muerte del fiscal Alberto Nisman no mereció ninguna. Tampoco una aparición de la mandataria. 'Facebook' y la web oficial de la mandataria fueron los medios elegidos por Cristina.
 
Ahora,  ¿es el medio donde se ponen fotos de perritos el adecuado para difundir un mensaje en torno a semejante tema? 
 
Según el Secretario General de la Presidencia,  Aníbal Fernández: "La carta era demasiado larga para hablar por cadena". No tenía razón: la carta de Cristina tiene unas cuatro carillas, unos 15 minutos de lectura clara, que algunos hubieran considerado, inclusive, insuficiente.
 
Según la propia mandataria, no habla con los medios "porque después me tergiversan todo". Claro, en la cadena nacional tiene la ventaja de que puede blindar la "versión oficial". 
 
En las más de 2.000 palabras que eligió para referirse por primera vez a la muerte de Nisman, la Presidente nunca habló de "condolencia" o "lamento". En cambio, relata anécdotas irrisorias de sus herederos y menciona a la hija de Nisman para recordarle que su padre, horas antes muerto con un balazo en la cabeza, la había abandonado en un aeropuerto.
 
Tras imprimir color con su costado materno, recuerda su participación en las primeras investigaciones, la "fabricación del juicio", afirma categóricamente que su gestión fue la que más hizo por el esclarecimiento del atentado, y luego abre varios interrogantes, involucra al Grupo 'Clarín' en una especie de conspiración de la cual, no afirmó pero tampoco descartó, que Nisman fuese parte.
 
Y advirtió que se intenta desviar, mentir, tapar, confundir. ¿No es acaso lo que hace ella en la misma carta afirmando un suicidio, que no estaba ni está confirmado, aportando más dudas, más interrogantes con, otra vez, más de 2.000 palabras que no aportan nada?
 
Y si de confusión quiere hablar ("tragedia, confusión, mentira e interrogantes", lo escribió ella misma), ¿cómo se explica el giro de hoy afirmando que no fue un suicidio cuando aún la Justicia sigue sin determinar nada?
 
¿Por  qué se permitió ese giro?
 
Ayer tanto el secretario general de la Presidencia, Aníbal Fernández, como el exjuez de la Corte Suprema, cercano al Gobierno, Eugenio Zaffaroni,  tras 2 artículos en el diario 'Página/12', que intentaron derribar la denuncia de Nisman con las supuestas "pistas falsas", salieron a negar la trascendencia de la misma, aclarando en cambio que, "este pobre muchacho", como lo llamó el juez, o este "ingenuo" fiscal como lo calificó Aníbal Fernández, fue engañado.
 
A la par, los datos que aportaban testigos se alejaban de la teoría del suicidio, en la que, como dijo la exministro de la Alianza, Graciela Fernández Meijide, "la gente no cree".
 
"Es decepcionante la carta" de Cristina, dijo. "Si la Presidente le pidió consejo a alguien por la carta que escribió, pienso que la aconsejó el enemigo", evaluó respecto al escrito que publicó la mandataria en su cuenta de Facebook.
 
No solo la teoría del suicidio tambaleaba cada vez más, sino que el fiscal comenzaba a convertirse y a ser convertido por muchos en una especie de héroe.  En la calle, en las redes y otros ámbitos, su valentía y coraje se valoran cada vez más, un rabino intenta encontrar su nombre en la Torá, y hasta 'The Washington Times' lo califica de "héroe de gran valor".
 
Cristina lo entendió. O se lo dijeron las encuestas que, en un año electoral, arden día a día. 
 
El peligro de colocar a Nisman como parte de la "conspiración", crecía.  Tenía que negar su investigación sin colocarlo en la vereda de enfrente del Gobierno, y así poder hablar también de un "no suicidio".
 
La salida de Aníbal Fernández y Eugenio Zafarroni, Raul Kollman y Horacio Verbitsky fueron las que encaminaron el relato. Negaron lo denunciado, sin enfrentarse con el fiscal que denunció.
 
Pero se refirieron a Nisman casi como a un bebé de pecho. En otras palabras, lo colocaron en el lugar del "gran boludo".  Ello permitió, sin embargo, la última carta de la mandataria en la cual pasó de dar por sentado un suicidio en un discurso vacío de contenidos, a decir que esta convencida de que lo fue... en otro discurso vacío.
 
Lo hizo también a través de Internet ("Consejo de otro enemigo", diría Meijide), luego de hacer mención a las "pistas falsas". 
 
Era casi una obligación.  Empezaron a acomodar el relato, con la denuncia "derribada", la "operación contra el Gobierno" y la muerte del fiscal como objeto de la conspiración en sí contra la mandataria.
 
"Bueno Aires Herald, Página 12 y otros medios (no quiero ser injusta con nadie), derribaron como un castillo de naipes lo que fue presentado como ¨la denuncia del siglo¨ que demostraría nada más ni nada menos que la complicidad de la Presidenta de la República, de su Canciller y del Secretario General de La Cámpora, en el encubrimiento de los iraníes acusados de haber participado e el atentado de la AMIA hace 21 años.
 
(...) Decía que la lectura de la misma no hizo más que confirmar mis peores sospechas. Tenía razón el ¨Buenos Aires Herald¨: ¨Nada nuevo¨. Pero también por otras razones: al informe de Nisman le ¨plantaron¨ información falsa (...)
 
Si entonces todo es falso. Si los agentes no son agentes. (...) En síntesis, la acusación de Nisman no sólo se derrumba, sino que constituye un verdadero escándalo político y jurídico. Y ahí está una de las claves. El Fiscal Nisman no sabía que los agentes de inteligencia que él denunciaba como tales, no lo eran. Mucho menos que uno de ellos había sido denunciado por el propio Stiusso. (...) Tampoco investigó, fuera de las escuchas que le suministraba Stiuso, al ciudadano Jorge Alejandro Khalil.
 
(...) La denuncia del Fiscal Nisman nunca fue en sí misma la verdadera operación contra el Gobierno. Se derrumbaba a poco de andar. Nisman no lo sabía y probablemente no lo supo nunca. La verdadera operación contra el Gobierno era la muerte del Fiscal después de acusar a la Presidenta, a su Canciller y al Secretario General de La Cámpora de ser encubridores de los iraníes acusados por el atentado terrorista de la AMIA".
 
Luego otra sarta de interrogantes. 
 
La conclusión fueron más preguntas, mayor confusión, mayor caos.
 
Sin dudas, revisarán ahora cómo se modifican las encuestas tras el giro que dio en torno al suicidio o no suicidio del fiscal, la mandataria, que espera lograr con palabras lo que no puede hacer con su cuerpo...

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