Los católicos debaten sobre matrimonio y divorcio

Transcurre intensamente en el Vaticano el Sinodo convocado para debatir la «crisis de la fe y la vida familiar / Situaciones críticas dentro de la familia. Presiones externas a la familia / Algunas situaciones particulares». Y hay algunas opiniones que trascienden.


No es la foto del Sinodo pero ayuda a ubicar en tiempo y espacio una reunión de líderes del clero católico apostólico romano en el Vaticano.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). En el Sinodo de la Iglesia Católica Apostólica Romana se debatió sobre los matrimonios interreligiosos o interconfesionales, y tambén sobre los divorciados que se han vuelto a casar.
 
Nada sencillo de lograr el equilibrio entre la tradición, el mandato bíblico y los hábitos sociales contemporáneos.
 
En el comunicado se explicó que "con la prudencia que requieren las grandes causas, pero también conjugando la objetividad de la verdad con la misericordia por la persona y su sufrimiento. Hay que recordar que muchos fieles se encuentran en una situación de la que no son culpables". 
 
"En cuanto a la indisolubilidad del matrimonio, se había indicado que la verdad del vínculo conyugal y de su estabilidad está inscrita en la persona misma, por lo que no se trata de contraponer la ley a la persona, sino comprender cómo ayudar a no traicionar la propia verdad", se explicó.
 
En la rueda de prensa cotidiana estuvo el teólogo argentino Víctor Manuel Fernández, rector de la Universidad Católica de Buenos Aires, vicepresidente de la Comisión que redactará el mensaje final del Sínodo. 
 
El matrimonio cristiano, explicó Fernández, es un "ideal hermoso", pero cuando se habla de"gradualidad" se pretende decir que hay que tomar en consideración "la realidad concreta de las personas que no pueden llegar a aquel ideal", por lo que hay que recordar esa categoría del "bien posible" evocada por Francisco en la “Evangelii gaudium”, a la que hay que aspirar "incluso con el riesgo de ensuciarnos en el lodo del camino". 
 
Durante la rueda de prensa, el vocero papal, el jesuita Federico Lombardi explicó, que un clérigo había subrayado la analogía entre el "esfuerzo que el Sínodo debe hacer sobre la pastoral familiar" y el tema de la libertad religiosa en el Concilio Vaticano II, para recordar que la gran asamblea que duró de 1962 a 1965 logró, después de la discusión que concluyó con el documento “Dignitatis Humanae”, conjugar "libertad y verdad". 
 
"El Concilio encontró un camino nuevo. ¿Ahora podrá hacerlo el Sínodo, el extraordinario de ahora y el ordinario del año próximo?; ¿podrá encontrar un nuevo enfoque (sobre la familia, ndr.)? Nadie quiere cancelar la indisolubilidad del matrimonio, debilitar el vínculo ni poner en discusión el ideal de los cónyuges fiele shasta la muerte: es un ideal hermoso y le hace bien a la sociedad. La mayor parte de los padres sinodales insiste en el hecho de que esta propuesta cristiana no debe volverse “light”. Otros insisten en la comprensión de las dificultades que encuentran las familias, como Jesús, que se acercaba a todos", advirtió Lombardi.
 
En tanto, el cardenal arzobispo de Viena, Christophe Schönborn, reconoció que la voz de los hijos todavía no ha resonado en el Aula Nueva del Sínodo, donde 191 obispos de diversos continentes buscan respuestas a los desafíos de la familia en el contexto actual.
 
“Espero que, quizás, en la próxima asamblea del Sínodo se dará atención también a esto, porque sólo se puede hacer familia en el conjunto de las generaciones. Se debería tener tres generaciones para formar una familia”, dijo en entrevista con la web Vatican Insider en la puerta del Aula Pablo VI del Vaticano, antes de una de las sesiones de trabajo del Sínodo.
 
Schönborn destacó los testimonios aportados antes de cada sesión de debate por matrimonios de diversas nacionalidades. Y ante la pregunta sobre si sus historias son un “cable de contacto con la realidad” para una asamblea mayoritariamente compuesta por hombres célibes, el cardenal respondió con una sonrisa: “También los obispos tienen familias y vienen de familia, pero es verdad que los primeros que se deben escuchar, el Papa lo dice mucho, son las familias y las parejas”.
 
En ese contexto, una entrevista de Andrea Tornielli a Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, en Vatican Insider:
 
-¿Cambiará la doctrina sobre el matrimonio?
 
-No he escuchado ninguna intervención que haya puesto en duda la doctrina sobre la indisolubilidad. La preocupación es pastoral: cómo dar el signo de la acogida y no excluir a nadie, permaneciendo en la enseñanza de Cristo, en un mundo en el que hay un gran abismo entre la propuesta cultural de la mayoría y la propuesta cristiana sobre la familia.
 
-Hay quienes han invitado a reconocer los aspectos positivos del matrimonio civil…
 
-La doctrina debe desarrollarse y profundizarse, sin que sea alterada. Sobre el tema de la consciencia y de la libertad religiosa, el Concilio Vaticano II hizo que la Iglesia diera un salto hacia adelante. El matrimonio civil no es la convivencia, son dos realidades diferentes. Del Sínodo surge un método de debate: que nadie de nosotros pretenda tener la verdad en el bolsillo, sino, como enseñaba Juan Pablo II, la verdad alcanzada es siempre una etapa que impulsa a ir más allá.
 
-¿Admitiría, en ciertos casos, a los divorciados que se han vuelto a casar a la Eucaristía?
 
-Me da miedo caer en la casuística. Pero, hoy en día, ¿quién puede afirmar que en su círculo familiar no hay casos de convivencia o de divorcio? Desgraciadamente vivimos sumergidos en una situación en la que la hermosura del matrimonio ha sido herida. Se ha acentuado demasiado la dimensión canonista del matrimonio, por lo tanto legal, cayendo, a veces, en el legalismo. Recuperar la dimensión sacramental podría ayudar a identificar soluciones diferentes, incluso en continuidad con la doctrina original. Y aquí volvemos al primado de la consciencia, sobre la que nadie puede intervenir. Es evidente, debe ser una consciencia iluminada por la Palabra de Dios, que se somete al discernimiento y acepta la obediencia de un camino.
 
-¿Cómo conjugar, entonces, la doctrina y la atención a ciertas situaciones?
 
-Tendría una idea para salir del “impasse”. Hay ejemplos en el Nuevo Testamento que no he visto citados. Jesús dice que los pecados en contra del Hijo del Hombre serán perdonados. Creo que se trata de los pecados de ignorancia, deberíamos comprender cuáles son estos pecados cometidos sin darse cuenta. Y también está San Pablo: había ordenado expulsar de la comunidad a una persona que vivía en incesto, pecado gravísimo. Pero después, en la Segunda Carta a los Corintios, vuelve sobre el caso y dice: ustedes deben acogerle nuevamente, para que no sucumba bajo el peso de la tristeza y para que no nos abrume Satanás. ¿Cómo hacer para que no nos abrume Satanás, que es quien nos divide? No sabemos cómo haya sido la vida de este hombre después, pero Pablo dice que la comunidad debe «consolar». Esta puede ser una orientación para conjugar los principios y la vida concreta de las comunidades.
 
-¿Hay un problema para acoger a los divorciados que se han vuelto a casar?
 
-Hay formas de discriminación insensata. ¿Por qué los divorciados que se han vuelto a casar y que frecuentan la comunidad no deberían tener la oportunidad de enseñar en una escuela católica?
 
-¿Qué le parece la iniciativa del Ministro del Interior italiano, Angelino Alfano, en relación con los matrimonios entre personas del mismo sexo?
 
-Si cada uno se comporta como le parece más oportuno, es inútil hacer leyes; creo que el ministro actuó en el ámbito de sus competencias. El Parlamento, con sabiduría, deberá discutir. Que todos sean capaces de escuchar las razones de los demás y que no se creen situaciones de discriminación para nadie.
 
-En el Sínodo una pareja habló sobre la acogida de los hijos homosexuales…
 
-He hablado con familias que viven estas situaciones. Trato de explicar que la Iglesia no puede reconocer un matrimonio entre personas del mismo sexo, pero acoge a todos como una madre y no como un juez.

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