Semejanzas conmovedoras: Cristina Kirchner y Nicolás Maduro

Hace muchos años se viene hablando por distintas razones, no muy limpias, de la entañable relación de los gobiernos de los Kirchner y de Hugo Chávez, antes, y de Nicolás Maduro, ahora. Sin embargo, respasando algunos simples pero complejos parecidos está hermandad los asemeja tanto que la situación que se da por estos días en Venezuela, hace que una luz de alerta se encienda.


"(...) La Presidente argentina, al igual que Nicolás Maduro, en Venezuela, son herederos circunstanciales del poder central producto de haber estados ambos ligados de diferentes formas a dos fallecidos. La exitosa abogada sureña al igual que el exitoso colectivero venezolano nunca hubieran soñado estar en los lugares en se encuentran si la ruleta de la vida no los hubiese puesto en el lugar indicado, en el momento preciso. Ambos, al igual que sus predecesores, sueñan con perpeturse en el poder. Son adictos al mismo. Declaman hacerlo para defender al pueblo de poderosos, mientras ambos pertencen a esa casta, a la que nunca hubieran pertenecido, sin utilizar recursos de todos para acrecentar sus fortunas personales descaradamente. (...)"

por JORGE HÉCTOR SANTOS
Twitter:@santosjorgeh
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). La economía mundial no es la misma que produjo el famoso viento de cola del cual gozó el gobierno K durante más de una década en el poder.
Los desequilibrios en China, la potencia económica mundial N°2, pueden provocar una fuerte caída de los precios de loscommodities, fundamental recurso de la suerte que acompañó a Néstor Kichner y a Cristina Fernández, y por ende, a sus política populistas a la que siempre acude el justicialismo cuando está en el poder.
Además, USA se está recuperando y eso hará que afecte también a América Latina y a países como la Argentina con marcado desequilibrio fiscal.
A esta situación hay que adicionarle que la actividad económica de Brasil bajó abruptamente en diciembre, lo que planteó la posibilidad de que la mayor economía latinoamericana haya caído en recesión mientras su gobierno reduce gradualmente un enorme plan de estímulo con la idea de combatir la inflación.
Este panorama a futuro complicará y mucho la ya muy compleja situación que atravieza la Argentina, producto de una crisis autoinflingida.
El cristikirchnerismo fue muy beneficiado por términos de intercambio muy favorables, los productos del campo y la exportación de automóviles a Brasil; más una cuota de suerte que no la tuvo ningún otro gobierno en democracia.
Esto está llegando a su fin. Las condiciones externas parecen serán otras y economía argentina ha sido manejada con la impericia, la impreviisón y la corrupción que caracterizaron a un matrimonio que fue el feudal de Santa Cruz.
El extinto Néstor Kirchner en su tierra se cansó de aplicar prácticas autoritarias bajo el disfraz de la elección democrática, al igual que el también fallecido Hugo Chávez, en Venezuela; en su debida proporción y con sus matices.
Sin embargo, los economistas que desfilan por programas de televisión y radio no dicen la verdad, por más que el diagnóstico resulte preocupante; porque las mayoría de ellos están comprometidos con sus candidatos para 2015, con empresas que pretenden no recibir castigos del gobierno nacional o bien por sus propios temores o reservas.
Por delante el país tendrá una larga y dolorosa espera para salir a flote del descalabro económico en que está metido.
Nada se recupera de la noche a la mañana y mucho menos la inseguridad jurídica para atraer inversiones de capitales argentinos en el exterior y de inversionistas de otras latitudes.
Una nueva devaluación será necesaria con la consiguiente fábrica de nuevos pobres que esto acarrea. Ingentes capitales se necesitan para poder salir tras años de la falta autoabastecimiento energético. Mientras el atraso en infraestructura es alarmante.
¿Con un debutante nuevo índice de precios que mostró una mayor inflación (cercana a la real) el mercado resolvió festejar con suba de acciones y bonos más baja del dólar?. No, simplemente ha sido una algarabía para la circunstancial foto del día después.
La pérdida de confianza al gobierno de Cristina Kirchner es total en buena parte de la población, en el empresariado, en factores de poder, en el mundo entero; por más que muchos lo oculten.
La Presidente argentina, al igual que Nicolás Maduro, en Venezuela, son herederos circunstanciales del poder central producto de haber estados ambos ligados de diferentes formas a dos fallecidos.
La exitosa abogada sureña al igual que el exitoso colectivero venezolano nunca hubieran soñado estar en los lugares en se encuentran si la ruleta de la vida no los hubiese puesto en el lugar indicado, en el momento preciso.
Ambos, al igual que sus predecesores, sueñan con perpeturse en el poder. Son adictos al mismo. Declaman hacerlo para defender al pueblo de poderosos, mientras ambos pertencen a esa casta, a la que nunca hubieran pertenecido, sin utilizar recursos de todos para acrecentar sus fortunas personales descaradamente.
Así como Argentina gozó del mayor precio del producido agrícola, Venezuela lo hizo con altos precios de su riqueza petrolera.
Cristina y Nicolás conforman, con algunos otros presidentes latinoamericanos, una sociedad perversa.
Lo dicho por la revista británica The Economist, conocida la semana pasada, es válido para Cristina Fernández como para Nicolás Maduro.
La Argentina y Venezuela están en el centro de una crisis de los mercados emergentes. Esto puede ser atribuido a la incompetencia de la presidenta, Cristina Fernández, y de Nicolás Maduro; pero ella y él son sólo legatarios de populistas económicamente analfabetos.
Los Kirchner en Argentina, los Chávez-Maduro en Venezuela, fueron -y siguen siendo- nefastos para sus países.
No solo los han sumergido en una debacle econónica, sino que los han llevado a un antinomia y enfrentamiento social que llevará décadas poder solucionar tras que cada uno de ellos abandone el poder y llegue alguien en su reemplazo que no pertenezca a la misma calaña.
Las políticas puestas en marcha por los Kirchner en Argentina tuvieron inspiración en su propio pasado gobernando Santa Cruz y en su socio y amigo Hugo Chávez; su presidente de cabecera.
Expropiaciones, subsidios, déficits fiscales, cepos cambiarios, persecuciones a quienes no piensan como ellos, enemigos inventados, obras faraónicas irrealizables, multiplicación de la pobreza, reducción abrupta de reservas internacionales, censura de medios, alocuciones frecuentes usando las cadenas nacionales de radio y televisión.
Tan hermanados están La Rosada y Miraflores que Cristina y Nicolás lucen relojes Rolex de oro en sus muñecas. Ella habla de Él y del viento que transformado en Néstor llegó a abrir la puerta; mientras el pajarito convertido en Hugo se comunica con Maduro.
Esta consanguinidad llega a tal extremo que sus pueblos sufren inflación récord, restricciones para conseguir divisas,  justicias manejadas por ellos, Congresos convertidos en escribanías, inseguridad sin pausas, muertes al por mayor, precios justos y cuidados, falta de moneda nacional; y tantas otras similitudes que nunca han estado tan cerca desde el abrazo de José de San Martín con Simón Bolívar.
Cristina y Nicolás se sienten desestabilizados, no por sus propias impericias, sino por culpables externos que no solo actúan contra ellos sino que están detrás de sus opositores que, dicen, responden a los siniestros factores de poder de la oligarquía y del imperialismo.
Cristina cree que los mercados financieros quieren hacerla volar por los aires; mientras Nicolás vive en el aire producto de estudiantes y de buena parte del pueblo en la calle.
Mientras que Cristina Fernández dice que ella no se rasca, sino que labura;  amenaza con usar la fuerza para reprimir las protestas callejeras y envía a sus militantes pagos a escrachar a empresarios y empresas; Nicolás Maduro reprime y mata estudiantes que salieron a la calle para expresar pacíficamente su repudio a su totalitarismo atroz.
La desmesura de los actos llega a tanto que en Argentina el ministro de economía de Cristina Fernández, Axel Kiciloff, llegó a presentar el nuevo IPC rodeado de los mismos funcionarios (Ana María Edwin y Norberto Itzcovich) que desde 2007 elaboran los índices truchos con que se ha disfrazado la inflación y la pobreza.
El exceso de Venezuela se expresa en el exacerbado Maduro, quien mientras sus policías y sus paramilitares mataban, herían y apresaban estudiantes universitarios,  el primer mandatario apeló a sus partidarios más radicales, diciendo: “Ni un milímetro de debilidad, ni un segundo de vacilación… ¡Que se vayan para el carajo con su fascismo, que se vayan para el carajo y nos dejen construir patria!”.
Las ensangrentadas sangrientas que se viven en Venezuela hizo que los venezolanos desviaran su atención del castigo de la inflación y el desabastecimiento, que en enero alcanzó niveles sin precedentes del 28 %, vale decir que en el mercado escasean 28 productos de cada 100. Mientras, la inflación escaló al 56,3% en 2013.
Por el contrario, en Argentina, la gran preocupación popular está puesta en la creciente inflación que con el incremento del primer mes de 2014 proyecta un índice anual piso del 40%, con recesión creciente y un amenazante desempleo.
Maduro llegó a prohibir la protesta y anunció la militarización de varias ciudades, pero ahora hay más gente en las calles, aún víctima de una brutal represión.
Cristina busca terminar con los cortes de calles que ella misma alentó. El futuro cercano habla de una gran conflicitividad gremial con lo cual la gente tomará con más fuerza aún las vías públicas.
¿Argentina seguirá siendo en este caso un espejo de Venezuela, como casi lo ha sido hasta el presente?
Esperemos que la cordura no lleve a terminar en caminos similares, una vez más.

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