Traslado de la capital: mudar lo centralizado no es descentralizar

Trasladar la capital federal tendría muchos beneficios. Es una tarea tan importante como dividir la Provincia de Buenos Aires en al menos 2 territorios. En el caso del traslado de la capital, es una iniciativa que desde Domingo F. Sarmiento a la fecha, muchos pensaron en concretarla (¿Rosario no estuvo en esa agenda?) pero nunca ocurrió. Tendría beneficios desde lo geopolítico a lo estratégico, y también brindaría un gran proyecto de obra pública, crearía un nuevo centro urbano (imprescindible hacerlo donde no haya ninguna población hoy día) y 'licuaría' la famosa preeminencia de los porteños. Sin embargo, también es cierto que la ocasión exigiría otras definiciones, en especial en el país K, más centralizado que durante el Proceso de Reorganización Nacional... Y el Partido Liberal Libertario se refirió precisamente a esta cuestión, en un comunicado de prensa:


El Obelisco, símbolo de la Ciudad de Buenos Aires que ya siendo hora que deje de ser la capital federal aunque la idea es lograr un país descentralizado y no construir una nueva urbe que centralice todo.
Comunicado del PL:
 
Desde el Partido Liberal Libertario (PL) se manifestó que el proyecto del diputado oficialista Julián Domínguez (Provincia de Buenos Aires-Frente para la Victoria) de trasladar la capital al norte argentino no es más que otro capítulo en la interminable historia de soluciones dirigistas que no atacan la raíz de los problemas.
 
Mientras que Domínguez declara que no tiene sentido mantener una capital en el lugar elegido hace 200 años por ser el puerto, ignora que su postura no es menos arbitraria que la anterior y evita cualquier tipo de propuesta de fondo para federalizar el país.
 
Lo que necesita Argentina no es un burócrata iluminado que se inspire mirando un mapa. Nuestro país tiene que terminar con el nefasto sistema fiscal centralizado de coparticipación federal para ir a un modelo de mayor independencia de provincias y municipios. Gobernadores e intendentes deberían tener herramientas como la reducción de impuestos para atraer inversión real en lugar de depender de Casa Rosada para llegar a fin de mes y para poder realizar cualquier obra pública. Mientras que, en lugar de que las provincias obtengan por sí mismas los recursos necesarios para financiar la totalidad de su gasto público, sea el gobierno nacional el que siga recaudando los impuestos y repartiendo arbitrariamente el botín fiscal, producto de un esquema fijo y único para todo el país, continuaremos con el centralismo, el clientelismo, la pobreza en muchos sectores postergados, la corrupción y el constante incremento de impuestos por parte de los gobiernos locales, como en la Ciudad de Buenos Aires.

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