Conociendo a Bergoglio: Reformar a través de la normalidad

"La máxima preocupación del sector conservador es que Francisco anule el 'motu proprio Summorum Pontificum' con el que Benedicto XVI a mediados de 2007 rehabilitó la antigua misa en latín, algo bastante improbable por cierto. Con él, Benedicto XVI había querido reconciliarse con esos grupos tradicionalistas de la Iglesia Católica que nunca habían diferdido la reforma litúrgica de 1970, fruto del Concilio Vaticano II, que significó la gran revolución de las misas habladas en los idiomas nacionales, con el sacerdote enfrentado a la asamblea. (...) Pero Francisco es demasiado inteligente. Lejos de resistirse al uso del latín, desde el primer día de pontificado celebra también en latín, el tradicional idioma de la Iglesia romana, si no toda la misa, al menos partes de ellas. Durante su primera canonización, más de 800 mártires decapitados en Otranto, al sur de Italia, en 1480, (...) los vaticanistas advierten que el Papa (...) elimina de un plumazo la referencia al Imperio Otomano que había en el texto preparado y entregado antes a los periodistas. Francisco, un político nato, recuerda bien el traspié en Ratisbona de Benedicto XVI, cuando, a fines de 2006, en una clase magistral ofendió a los seguidores de Mahoma (...)": el texto explica bastante de Jorge Bergoglio y también del estilo de la autora del libro "Francisco", Elisabetta Piqué.


Hay una frase estupenda del politólogo y periodista de La Stampa, Domenico Agasso Jr.: "El Papa está reformando la Iglesia a través de la normalidad". ¿En qué consiste la 'normalidad' para Bergoglio? Por ejemplo, "Para mí, por ejemplo, es muy importante permanecer ante el Tabernáculo; es estar en presencia del Señor, dejarse guiar por Él. Y esto calienta el corazón, mantiene encendido el fuego de la amistad, te hace sentir verdaderamente su mirada, que está cerca de ti y que te quiere".
por EDGAR MAINHARD
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Primero, Elisabetta Piqué es admiradora de Jorge Omar Bergoglio, quien bautizó a sus 2 hijos y confía en ella. Luego, Piqué es periodista, conocida en la Argentina como corresponsal del diario La Nación en Italia y el Vaticano.
 
Es importante ofrecer al lector esa precisión porque su texto "Francisco - Vida y Revolución"(Editorial El Ateneo - 334 pag.) no es una crónica neutral sino que fue escrita desde la subjetividad de quien conoce al personaje más allá de su profesión, a la vez que su profesión se vincula con el personaje. Para completar el cuadro, su marido, Gerard O’Connell (a él, Piqué le dedicó el libro), informa desde Roma sobre Asuntos Vaticanos para publicaciones católicas como The Universe (Reino Unido), Our Sunday Visitor (USA), y The Southern Cross (Sudáfrica), además de Vatican Insider, la web especializada que habilitó el diario La Stampa, de Turin (de la familia Agnelli/Fiat).
 
Es cierto que muchos de los comentarios y anécdotas que Piqué revela, vinculados a la elección de Bergoglio como papa Francisco, fueron obtenidos como consecuencia de esa relación amistosa que, con honestidad, Piqué no oculta sino que subraya. Para ella, el Papa sigue siendo "el padre Jorge", y para sus hijos también. Por lo tanto es un texto de alborozo por el papado de Bergoglio antes que un análisis profundo de las dificultades del catolicismo en la sociedad presente, en especial en Europa. El jefe de los católicos tiene varios frentes de conflicto, a la vez.
 
Resulta imposible para un lector no especular que personas de la confianza de Bergoglio pueden haber aportado alguna información a Piqué. Por ejemplo, acerca de la reconstrucción del Colegio Cardenalicio reunido para elegir al nuevo pontífice de la Iglesia Católica Apostólica Romana. La erosión progresiva de la candidatura del cardenal Angelo Scola es relatada de forma concisa pero impecable; también la certeza que tenía Bergoglio, ya en la 2da. votación del miércoles 13/03/2013 que él sería el sucesor de Joseph Ratzinger.
 
Bastante antes, según ella, su marido Gerry lo había visto venir: "(...) Vuelvo a casa. me pongo a escribir la crónica para el día siguiente, convencida de que sí puede llegar a haber fumata blanca ese día. En 2005, de hecho, la fumata llegó al segundo día, después del cuarto escrutinio. Es verdad, esta vez hay más indecisión, ningún candidato fuerte como era entonces Joseph Ratzinger, pero mi intuición es esa. 
 
Llega Gerry, mi marido, vaticanista irlandés ahora contratado para cubrir el cónclave por un canal de televisión canadiense, que ha estado congelándose en una terraza al lado de la plaza transmitiendo en vivo la fumata. Los canadienses están sobre ascuas ante la perspectiva de un Papa de aquellos lares, el cardenal Marc Ouellett.
 
"Mañana Bergoglio puede ser Papa", dice Gerry, entrando en nuestro escritorio. Me paralizo ante mi computadora. Desde antes del cónclave de 2005 que Gerry está convencido de que Bergoglio puede ser Papa. "Pero tiene 76 años, tuvo su oportunidad en 2005, no la tomó, y ahora ya no es su momento", le contesto, recordándole los habituales argumentos de los vaticanistas que no lo incluyeron en sus listas de papables. Empiezo a ponerme nerviosa, o mejor dicho, histérica. Si Bergoglio, a quien conozco desde que fue creado cardenal, en febrero de 2001, llega a ser Papa, mi vida va a cambiar radicalmente, pienso. (...)".
 
En tanto, es inevitable concluir, aunque no sea el propósito de Piqué, que es un ejercicio de hipocresía mutua importante el amable diálogo entre Bergoglio y Leonardo Sandri, que ella describe con minuciosidad. En verdad, ambos tienen estilos diferentes de expresar sus diferencias pero Sandri integró (aunque ahora intente olvidarlo o minimizarlo), junto al obispo de La Plata,Héctor Rubén Aguer, y el senador italiano Esteban Juan Caselli, un grupo de presión paramenguar la influencia de Bergoglio y, de ser posible, quitarle el Arzobispado de Buenos Aires, o bien definir su heredero.
 
Piqué: "(...) Vení, sentate a mi lado, comamos juntos", le dice Bergoglio a Sandri, según cuenta el segundo. El menú de la noche es 'zuppa di verdura'. Sandri no está bien de salud, tiene una especie de faringitis y le lagrimean mucho los ojos. Bergoglio, que ha estudiado química, examina el antibiótico que está tomando y le aconeja qué cantidad de miligramos de tal o cual sustancia debería tomar para curarse. Pero no pueden evitar hablar del cónclave, el motivo por el que están sentados juntos en el comedor de Santa Marta, cuyo nivel mediocre de cocina es bastante criticado por los cardenales 'buongustai' italianos de paladar exigente.
 
"Preparate querido", le dice Sandri a su compatriota, quien ha entendido que hay un grupo consistente de cardenales, entre los cuales se cuentan latinoamericanos, asiáticos, africanos y algunos italianos, dispuestos a catapultarlo al trono de Pedro, una verdadera papa caliente. (...)".
 
Es el estilo del libro: políticamente correcto, una suerte de biografía autorizada de Bergoglio, una respuesta a muchas de las acusaciones de quienes no lo quieren, tal como es el caso de Horacio Verbitsky, el presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales, y columnista principal del matutino kirchnerista Página/12. Aún así es muy interesante conocer anécdotas y puntos de vista o no muy conocidos o inéditos de Bergoglio, hoy día un personaje de moda en la Argentina y en el resto del mundo católico.
 
La conclusión es que Francisco cambia el estilo y el enfoque al aproximarse a los temas, pero de ninguna manera alterará el dogma, en el que fue educado. De todos modos, también es cierto, que eso ya es muchísimo para millones de devotos, y también para los clérigos, acostumbrados a un estilo y un enfoque en ocasiones engorroso, inútilmente conservador y, a menudo, magro en cordialidad cristiana.
 
Bergoglio será un Papa que se atreverá a intentar que su jerarquía sea popular, y cuya mayor preocupación es reunificar a una Iglesia dividida, enfrentada por intereses mezquinos, que fue la herencia que le dejó Benedicto XVI (y a quien él respeta y cita: "La Iglesia no crece por proselitismo sino por los testimonios"). 
 
Hasta ahora le va espléndido y tiene muchos planes para intentar movilizar a la grey, recuperar un esquema más apoyado en los laicos y menos en la curia, según explica Piqué. Habrá que seguir el tema con atención.
 
Hay una frase estupenda del politólogo y periodista de La Stampa, Domenico Agasso Jr.: "El Papa está reformando la Iglesia a través de la normalidad".
 
¿En qué consiste la 'normalidad' para Bergoglio? Por ejemplo, "Para mí, por ejemplo, es muy importante permanecer ante el Tabernáculo; es estar en presencia del Señor, dejarse guiar por Él. Y esto calienta el corazón, mantiene encendido el fuego de la amistad, te hace sentir verdaderamente su mirada, que está cerca de ti y que te quiere". 
 
Seguramente será una característica a rescatar del papado de Francisco: la decisión de ir a evangelizar las periferias, tal como Jonás hizo con Nínive cuando fue vomitado por la ballena. Nínive se arrepintió y sobrevivió. Lo interesante es que Bergoglio aceptó comenzar su amonestación por la propia Iglesia Católica, donde la corrupción ya era moneda corriente: desde el varias veces quebrado banco vaticano IOR hasta los sobreprecios en las obras edilicias de la ciudad-Estado. Habrá que seguir el tema con atención.

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