Telenovela K: Cristina, primera actriz, se enfermó

"Cuando la señora comenzó su serie de entrevistas guiadas por TV, sumando el “volver a vivir”, de Paloma Efrom, y la elemental escenografía de las confidencias puso definitivamente en marcha su obra de teatro. Una suerte de improvisación Pirandelliana sobre un eje: el pasado, el presente y el futuro de la señora , ése es el corpus del libreto. Los argentinos somos partes de su vida. Ahora de su enfermedad, obvio", afirma 'el Bigote' Acosta.


"Que se entienda, no hay un país donde la señora entra, como una actora más de una historia común. Hay una señora y el país es un envidiable componente de su esencia. Ella es el eje. Es el Estado, es el relato, el drama y sus consecuencias. Heredera directa de los Luises."
por RAÚL ACOSTA
 
SANTA FE DE LA VERA CRUZ (El Litoral). Tenemos un problema, la señora Presidente se enfermó La señora Presidente nos contaba la vida por TV. Agustín Alezzo, Alberto Ure, Carlos Gandolfo, Heddy Crilla, Alejandra Boero, busque el profesor que quiera. Todos dirán algo semejante. El actor debe creer el texto que representa. Ella creía en el libreto y/o relato. Enfermó como dijese Niní Marshall. Un redepente.
 
Nos quedamos, por ahora, sin algunos capítulos de su vida, que es la vida más interesante que se pueda imaginar.La señora Cristina (escriba @CFKArgentina para mensajes en tuits) interpreta fenomenalmente su texto. Es la condición básica; quien no cree no convence. Esa es la base de un método actoral que todos han usado, usan y usarán. Ojalá mejore pronto y viva cien años más. Tiene tanto para contar. Nosotros también . Hoy el país es un susto y una especulación. También un ruego. Dios, hacé que se componga, así se hace cargo de lo que hizo.
 
Los textos dramáticos tienen un pacto con el espectador. Todos entran a una sala de teatro sabiendo que se verá allí una ficción de la vida, que la vida pasa fuera, pero que eso, lo que allí se verá, tiene un valioso mensaje. El que entra a una sala de teatro, pagando su entrada, penetra en un mundo donde las fantasías son realidades y donde se sabe: la vida aprenderá e imitará. Una vez más se insiste que la vida imita al arte.
 
La palabra vence a la acción. El relato sube su categoría y se convierte en relato mágico, en forma de vida. Se corporiza y cuando un relato se corporiza entran todos los fantasmas a manejar los hilos del cuento, vuelan los chanchos, las garúas no mojan y los Montoneros fueron/son héroes de una sociedad que nunca los entendió. Los muertos pasan a ser buenos y malos, alternativamente y hay asesinatos bendecidos por Dios. Boris Vian en “La espuma de los días” decía: su muerte fue por un nenúfar en el pulmón. Já. De las canillas del lavatorio del baño salían lombrices. Cambia la vida y Ferrer, Horacio Ferrer, pasa a ser importante: las naranjas del frutero de la esquina le tiran azahares.
 
Cuando la señora comenzó su serie de entrevistas guiadas por TV, sumando el “volver a vivir”,  de Paloma Efrom, y la elemental escenografía de las confidencias puso definitivamente en marcha su obra de teatro. Una suerte de improvisación Pirandelliana sobre un eje: el pasado, el presente y el futuro de la señora , ése es el corpus del libreto. Los argentinos somos partes de su vida. Ahora de su enfermedad, obvio.
 
Que se entienda, no hay un país donde la señora entra, como una actora más de una historia común. Hay una señora y el país es un envidiable componente de su esencia. Ella es el eje. Es el Estado, es el relato, el drama y sus consecuencias. Heredera directa de los Luises.
 
Las delicias del relato se suceden. La señora gorda si venía el comunismo se iba a su estancia, viejo chiste. Ella dice que no hay cepo cambiario porque en la 5ta. Avenida encontró argentinos comprando, nuevo chiste. Ah, en Rusia también (¿?)
La técnica, bien mirada, es perfecta. Ya no hay modo de entender si es Lanata o Cristina quienes nos relata la vida, pero la vida es un relato que nos llega por la caja boba. La deformación es muy grande, deberíamos advertirla. No hay inflación, hay informe sobre la inflación y Lázaro Báez es un actor que hace de malo y los testaferros de sus  ennegrecidos blanqueos actores de reparto que entran y salen ¿A qué libretista se le ocurrió que el dinero se pesa y su recipiente son valijas? Martín Fierro, Pulitzer y premios MTV. Todo junto.
 
Su enfermedad nutre al libreto de un capítulo con un dramatismo especial. No perderá las elecciones. Pocos o muchos votos, ya no son los suyos. Los suyos quedaron allá, con la  cifra de la historia: 54 por ciento. No tienen los enemigos destituyentes de que preocuparse.  Ella elige todos los caminos, aún el de la retirada. Ella es todas las posibilidades en una. Es Madame Bovary, Juana de Arco, la dama de las camelia. Evita. La señora puede elegir  Adelanto el final de la saga. La Señora quedará fuera de los fracasos, nunca fracasó. La vieja y querida sinarquía internacional rediviva no la derrotará. Reversionada, aparece la paranoia como forma de capacitación y relato. Todo, aún la muerte de su esposo, es parte de su tragedia, que es la verdadera tragedia nacional. Cristina es el eje, la libertad, el gorro frigio, el total. Y la narración, el texto, los meta y subtextos los laberintos donde nos perdemos, bifurcamos, morimos.
 
La reflexión viene con susto. Éste es el país que somos. Manda Boudou (bueno, es un decir) No hay más realidades sino infinitas miradas sobre un relato de fantasía. Una mujer muy fuerte que enfermó. Que Argentina asista en este 2013 a la dramatización de sus excrecencias en dos programas dominicales no pone solamente a Lanata compitiendo contra la Patria. Nos pone a merced de un relato.
 
Vivimos un simulacro, el libreto es lo único real y la vida una telenovela compartida.

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