Mensaje K: "No es un drama. No hay transición y hay gobernabilidad"

El Frente para la Victoria intenta anticiparse al diario del lunes 28/10 y a los posibles efectos negativos del resultado electoral adverso para la Administración K. El punto de vista es que si en 2009 perdieron y en 2013 siguen en el poder, nada es tan grave. También que habrá mucho batifondo en horas más pero se habá silencionado para cuando regrese Cristina Fernández de Kirchner. También -y es un dato importante- hay un reconocimiento hacia Daniel Scioli, quien se afirma como el posible heredero de los K.


24/10/2013: El gobernador Daniel Scioli participa de un homenaje a Néstor Kirchner al cumplirse 3 años de su fallecimiento. (Foto NA: H.Villalobos)
 
"En las elecciones que se realizarán hoy en todo el país sólo se renovarán la mitad de las bancas en la Cámara de Diputados y un tercio de las senatoriales. El gobierno nacional pone en juego en ellas la posibilidad de sancionar desde el Congreso las leyes que le interesan e impedir que le impongan otras contra su voluntad, como ocurrió después de las legislativas de 2009. Para ello debe conservar el quórum en ambas cámaras, al que llega sumando propios y aliados. Este dato central es ofuscado en la mayoría de los análisis, que sólo ven estos comicios de medio término como anticipo de las elecciones presidenciales que tendrán lugar en octubre de 2015. Más aún, consideran que sus resultados definirán las alternativas para entonces.
 
Con escasas excepciones (Jorge Fontevecchia, Manuel Mora y Araujo, por ejemplo) dan por sentado que el kirchnerismo concluirá su ciclo en forma inexorable con el segundo mandato de la presidente CFK, que no puede aspirar a renovarlo aunque sus índices de aprobación popular se mantienen en los mismos niveles con que fue reelecta en 2011. La lista de opciones que enumeran va del centro a la derecha: Sergio Massa, José de la Sota, Daniel Scioli, Julio Cobos, Hermes Binner y Maurizio Macrì. En realidad, dos años son una eternidad política en la Argentina y estas especulaciones sólo intentan fijar la agenda para condicionar las percepciones sociales y recortar el espacio de Cristina, cuyo mandato no termina ahora sino el 10 de diciembre de 2015, dentro de dos años y dos meses. Sus antecedentes hacen presumible que, una vez repuesta su salud, lo ejercerá en plenitud hasta el último día. Esa es la importancia de lo que hoy se dirime en las urnas. No menos, pero tampoco más.
 
Sin duda, las elecciones de medio término reflejan estados de ánimo colectivos, que no se disipan porque sí en apenas dos años y la votación de hoy también debe ser analizada desde ese punto de vista. Pero la lógica de las elecciones presidenciales tiene normas propias. Un ejercicio revelador es ubicarse dos años antes de cada elección presidencial, para ver si era previsible quién las ganaría o incluso quiénes serían candidatos.
 
"(...)  En octubre de 2009, luego de la elección legislativa bonaerense en la que el filántropo colombiano Francisco De Narváez batió a la lista encabezada por Néstor Kirchner, Daniel Scioli y Sergio Tomás Massa, la prensa opositora dio por terminado el ciclo kirchnerista e incluso se anunció la probable renuncia de la presidente para que asumiera en su reemplazo el vicepresidente Julio Cobos. En cualquier caso, Cobos era el candidato imbatible que en octubre de 2011 disputaría la presidencia con Scioli, Carlos Reutemann y/o Maurizio Macrì. Ninguno de los cuatro fue siquiera candidato y Cristina fue reelecta, con el 54 por ciento de los votos y casi 40 puntos sobre la segunda fórmula. De Narváez sí compitió por la gobernación, pero cayó por 43 puntos de diferencia ante Scioli. Cafiero, Bittel, Fernández Meijide, Duhalde, López Murphy, Reutemann, De Narváez resplandecieron durante sus respectivos quince minutos de gloria y se extinguieron como fuegos fatuos sin dejar huella. Cobos y Macrì aún sueñan con resurgir de sus cenizas. Ninguno cumplió el destino al que lo habían predestinado. Si algo sugiere la experiencia de treinta años de democracia, ninguno de los números puestos del concierto mediático actual recibiría la banda y el bastón presidenciales en diciembre de 2015. Esta no es una ley, ni es obligatorio que siempre suceda así. Pero menos asidero tiene pretender que lo contrario es la verdad, que las estrellas fugaces de hoy serán los soles del futuro sistema político nacional."
 
 
 
"En las horas posteriores al escrutinio de las elecciones de hoy asistiremos, con seguridad, a una intensa y fervorosa operación mediático-política dirigida a imponer una interpretación excluyente de sus resultados en términos de debilitamiento gubernamental y de la necesidad de construir una transición política hacia la apertura de un nuevo ciclo político en 2015. Claro está que esa interpretación, tanto como cualquier otra, no se desprende objetivamente de los hechos, sino que enuncia un programa de acción, una estrategia política. La idea misma de transición tiene una carga político-ideológica definida: alude a la crisis final de un orden y a la administración política del paso a otro tipo de orden.
 
Cuando se trata de definir la naturaleza de esa supuesta transición en nuestro país, sus promotores suelen situar el centro de sus tareas en cambios de estilo de gobierno, vagamente enunciados en términos de calidad democrática, diálogo, tolerancia y respeto institucional. Este programa transicional se proclama en un país en el que funciona plenamente el Congreso, el Poder Judicial suele plantear escollos no siempre razonables al Gobierno, y la libertad de expresión llega a la habilitación pública de mensajes agresivos no solamente para el Gobierno sino también para la democracia como régimen.
 
(...) El uso de la matriz de la transición elude un problema básico. Para que se abra esa transición, hay un régimen que tiene que reconocer su final y prestar colaboración a esa empresa política. No hay ningún signo de la realidad que pueda ser cabalmente pensado en esos términos; los días transcurridos desde las primarias muestran a un gobierno en pleno ejercicio de sus funciones, con bancadas legislativas que siguen respondiéndole y que, según los resultados de las elecciones, seguirán siendo mayoritarias o estarán muy cerca del número necesario. No hay a la vista otros colapsos económicos que los que se auguran en sesudas mesas de arena del establishment y que son idénticos a otros que fueron sistemáticamente desmentidos por los hechos en los últimos años. El Gobierno parece haber decidido cerrar algunos focos de conflicto financiero sin renunciar al principio central de su esquema económico, el que coloca a la demanda interna como el motor principal de la actividad y el crecimiento. Es decir, la transición pregonada no es posible y, más aún, tampoco es necesaria.
 
Después del procesamiento político inicial de los resultados, el país vivirá otro momento muy importante: la reaparición pública de la Presidenta y su progresivo reintegro a sus funciones. Será un episodio con mucha carga simbólica y significación política. A diferencia de otras circunstancias poselectorales, Cristina Kirchner no estará obligada al clásico discurso inmediato a los hechos. Contará con tiempo suficiente de reflexión y conversación, como para que su reasunción esté acompañada de una definición sobre el futuro político y las novedades políticas y de gestión que puedan esperarse. 
 
(...) El horizonte de los cálculos podría terminar en este punto si no fuera por un dato muy importante, acaso el dato que organiza toda la coyuntura política: la no reelección de Cristina Kirchner implica la puesta en escena de la discusión de su sucesión. Y no es una discusión entre referentes que, aun con diferencias estilísticas, transmitan la seguridad de la continuidad del proyecto kirchnerista, entendido en términos estructurales, de redistribución, de inclusión y, sobre todo, de capacidad y disposición para mantener la esfera del gobierno político autónoma en su relación con los poderes fácticos. El nombre de Scioli sintetiza este aspecto. En los últimos tiempos ha hecho una clara contribución al gobierno de Cristina en términos políticos en general y electorales en particular. Su esfera de influencia política, su sistema de relaciones personales y sociales y su discurso político son, sin embargo, claramente diferentes. La decisión de Scioli de mantener su apoyo al Gobierno lo coloca ostensiblemente en la cumbre de los candidatos posibles del espacio político que comparte esa posición. Claro que no será lo mismo recorrer estos dos años el camino a la candidatura con el apoyo de Cristina Kirchner que sin ese apoyo."
 
 
 
"(...) La aritmética electoral resultante no modificaría sustancialmente el paisaje legislativo actual. El oficialismo conservaría las bancas que pone en juego, es decir, no resignaría sus mayorías parlamentarias y, con un poco de viento a favor, hasta podría incrementar el número de sus representantes
 
Las principales herramientas que Cristina Kirchner necesita para gobernar sus dos últimos años están garantizadas desde el vamos: el presupuesto 2014, la ley del cheque y la de emergencia económica ya se votaron con la composición presente del Congreso Nacional. Esto es todo lo que puede aventurarse con cierta lógica. Cualquier otra variante entra en el terreno de las sorpresas. Pero el diario del lunes es mañana.
 
Es imaginable, de todos modos, que los diarios opositores harán una cobertura especialmente favorable del desempeño de Massa en territorio bonaerense, instalando con fuerza la idea de que el ciclo kirchnerista pasó a mejor vida, si Insaurralde no logra achicar la brecha que se vaticina
 
Tanta euforia en prosa, sin embargo, deberá ser cotejada con las realidades parlamentarias emergentes tras la elección, cuando baje la espuma. Massa será automáticamente exhibido como presidenciable, eso es seguro, aunque para eso primero deba trajinar durante dos largos años por la fatigosa labor legislativa.
Por el estado de salud que atraviesa la presidenta, será Daniel Scioli, presidente del PJ, quien enfrente las cámaras por la noche para hacer el primer balance de la jornada electoral. Su futuro político también se juega hoy
 
Sus ambiciones presidenciales dependen de lo que finalmente pase cuando se abran las urnas. ¿Una derrota en su propio territorio, después de haberse puesto la campaña al hombro, lo alejará para siempre de su deseo? Imposible saberlo con antelación: el sentido misional de sacrificio cotiza en el imaginario peronista tanto como la lealtad. También, claro está, el impulso instintivo de asociarse al victorioso y tomar distancia del abatido en una contienda.     
 
El jueves, tras el cierre de campaña del FPV, los equipos de Insaurralde daban por seguros sondeos que reflejaban un estancamiento de Massa, en torno a los 40 puntos, cinco más que en las primarias. En Tigre, en cambio, prometían superar esa cifra, sin muchas precisiones pero con exceso de confianza. 
 
Al parecer, siempre según los operadores massistas, el efecto de simpatía hacia el candidato kirchnerista derivado del trance presidencial en parte habría sido neutralizado por el último accidente ferroviario de Once y sus resonancias negativas.
 
Todo está por verse. Hoy vota la sociedad. La verdad se sabrá antes de la medianoche. Habría quien festeje y quien no lo haga. Caras felices y caras largas. Estas son las reglas de la vida en democracia.
 
Conviene anticipar lo que va a asomar mañana como interpretación en las páginas de los diarios antikircheristas. Seguramente, volverán a insistir con la pérdida de votantes del FPV en relación al 2011. Una vez más, con la experiencia de las PASO a mano, compararán los resultados de una elección de medio término, donde los oficialismos suelen resignar adhesiones por la fantasía del voto equilibrante, con las presidenciales que polarizan las preferencias del padrón. 
 
Confundirán adrede el reacomodamiento parlamentario, básicamente entre ofertas opositoras antagónicas, con una suerte de abismo institucional melodramático, sin anclaje en la realidad. Incertidumbre o desconcierto momentáneo con vacío de poder
 
Sus ganas van a sobrevolar los hechos, pero los hechos probablemente los dejen con las ganas: es casi una certeza que Cristina Kirchner retendrá su fuerza parlamentaria y los instrumentos que le permitan sortear con previsible tranquilidad su etapa final de mandato. 
 
El kirchnerismo, después de una década de gobierno, pese al desgaste propio de la gestión y al embate constante de los medios concentrados sobre sus figuras más rutilantes, seguirá vertebrando la opción política mayoritaria de alcance nacional. 
 
Además de contar con un voto duro nada desdeñable, una militancia aguerrida y movilizada y un liderazgo que cuenta con más del 50% de imagen positiva en la sociedad
 
Enfrentado, a su vez, con un enjambre de antikirchnerismo territorialmente delimitado que, por fuera de la película agónica que pintan los medios hegemónicos, no constituye una alternativa concreta a su hegemonía, al menos por ahora.
 
El diario del lunes es mañana. Hoy habla el cuarto oscuro.   (...)".

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