Francisco deja atrás los lujos de Benedicto y pide un modesto sillón

Pidió que coloquen un simple sillón de cuero y madera blancos en la monumental sala Regia del Vaticano para recibir a los diplomáticos acreditados ante la Santa Sede. Su antecesor usaba uno de oro.



Apenas fue electo, el argentino Jorge Bergoglio dejó en claro que lo que caracterizará a su Papado será la sencillez. Después de una serie de gestos que muestran que el flamante pontífice se mantiene fiel a su estilo humilde, hoy volvió a exhibir que nada lo apartará de él.
En la audiencia para saludar al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, el Papa Francisco pidió dejar de lado el opulento sillón de oro que utilizaba su predecesor Benedicto XVI y en cambio solicitó un modesto sillón de cuero y madera blancos para encabezar el encuentro. Nada de estridencias ni lujos desmesurados.
El sobrio sillón se suma así a otros gestos de Francisco como seguir usando sus zapatos negros de todos los días, en vez de los lujosos pares en cuero rojo confeccionados a medida para Benedicto. También a su vestimenta papal es ya toda una marca registrada de simplicidad. Hasta ahora, el argentino ha preferido mostrarse casi siempre de blanco, dejando de lado capas rojas, adornos y otros atuendos cargados de poder y bordados. Su anillo pontificio es de plata dorada y no de oro macizo como el de otros papas. 
El sillón blanco de hoy había hecho su debut en la audiencia que tuvieron los miles de periodistas acreditados en el Vaticano para su asunción el sábado 16 de marzo en la sala Paulo VI. En la reunión de hoy, el Papa volvió a pedir que lo colocaran, esta vez en la monumental sala Regia del Vaticano. Allí, recibió a los embajadores de los 180 Estados con los que la Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas, ante los que resaltó que a la Iglesia le preocupa la pobreza que sacude al mundo.
"¡­Cuántos pobres hay todavía en el mundo! ¡Y ­cuánto sufrimiento afrontan estas personas! La Iglesia siempre ha tratado de proteger en todos los rincones de la Tierra a los que sufren por la indigencia, y en muchos de sus países pueden constatar la generosa obra de esos cristianos que se esfuerzan por ayudar a los enfermos, a los huérfanos, a quienes no tienen hogar y a todos los marginados, construyendo una sociedad más humana y más justa", dijo el Papa desde su sencillo asiento. Les habló en italiano y no en francés como exigen las normas protocolares del Vaticano. Pero se sabe, Francisco está creando sus propias reglas.

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