Cinco motivos por los que se aleja el crecimiento económico en 2013

La consultora Economía & Regiones elaboró un pormenorizado informe donde detecta las 5 distorsiones macroeconómicas generadas por la política económica del gobierno cristinista y que atentan contra el crecimiento: los subsidios y el exceso de gasto; la presión tributaria; unitarismo fiscal, las trabas a las importaciones y la política cambiaria. Cinco claves que además se potencian entre sí y complican el panorama 2013.



CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24).- Un muy interesante informe de Economía & Regiones, que dirigeAlejandro Caldarelli, desgranó las 5 distorsiones macro que atentan contra el crecimiento de la economía nacional en un 2013 donde algunos economistas y consultoras auguran un repunte económico por factores externos como los precios de la Soja y la recuperación de Brasil. Esa es la postura de Ecolatina, con sus reparos (ver notas relacionadas) en materia energética, sin embargo esta vez E&R analiza y argumenta en detalle los cinco puntos por los cuales el crecimiento está seriamente en duda:
Los subsidios y el exceso de gasto; la presión tributaria; el unitarismo fiscal, las trabas a las importaciones y la política cambiaria que genera un sistema múltiple de tipos de cambio que distorsiona precios e impide una asignación eficiente de recursosTodos estos, factores atentan contra la tasa de crecimiento.
A continuación el informe completo:
En una economía capitalista el sistema de precios es un mecanismo que utilizan los agentes individuales para transmitir “qué” y “cuánto” van a consumir a los empresarios productores, que son quienes invierten y deciden “qué” y “cuánto” producir. En este marco, un escenario sin distorsión de precios relativos es condición necesaria (no suficiente) para crecer sustentablemente en el largo plazo, lo cual implica niveles adecuados de inversión que permitan generar los suficientes nuevos puestos de trabajo.
Por el contrario, la distorsión de precios relativos, que surge de la manipulación artificial de precios hacia el alza o hacia la baja, impide que los recursos se asignen eficientemente al ciclo productivo, atentando finalmente contra la inversión, el consumo y el nivel de actividad.
Cuánto más fuertes sean las distorsiones y más tiempo duren, más aumenta la probabilidad que el proceso de crecimiento económico comience a languidecer y luego se termine abortando.
En la actualidad la economía argentina presenta cinco fuertes distorsiones que son las principales responsables del enfriamiento del nivel de actividad. Estas distorsiones están inter relacionadas y se auto refuerzan, lo cual contribuye a multiplicar el problema a medida que pasa el tiempo.
El primer factor es la política nacional de subsidios, que mantiene artificialmente bajos los precios de algunos servicios públicos como la energía eléctrica, el gas natural y el transporte, y el exceso de gasto público.
Primer distorsión: los subsidios y el exceso de gasto.
La política de subsidios es parte importante de la política fiscal de la actual administración. Los subsidios al sector privado buscan incentivar el consumo de los votantes a partir del incremento artificial de su ingreso disponible de los votantes, y también procuran mantener relativamente bajos los costos de las empresas intensivas en estos insumos, tratando de compensar las pérdidas de competitividad causadas por otras políticas, incluyendo cierto control de precios en bienes de consumo popular.
No obstante, esta política de subsidios, en varios casos, sólo abarca servicios de jurisdicción nacionalde manera que los ciudadanos de muchos lugares del interior no son beneficiados y pagan precios más elevados, aunque, están obligados a través de los impuestos y de la inflación a financiar dichos subsidios.
Los subsidios al sector privado aumentaron 3 puntos porcentuales en términos del producto en 2005 / 2012, pasando de 0.6% (2005) a 3.5% (2012) del PBI. Paralelamente, el superávit primario del sector público nacional se deterioró 3.8 puntos porcentuales, pasando de un superávit de 3.7% (2005) a un déficit de ‐0.1% (2012). En pocas palabras, el aumento de los subsidios explica el 80% del deterioro fiscal del sector público nacional que tuvo lugar en los últimos ocho años.
En definitiva, la política de subsidios fue la principal responsable del incremento exponencial del gasto público y la “vuelta” del déficit fiscal del sector público nacional. De hecho, en los últimos 10 años Argentina es el único país de la región que escogió un modelo económico “pro” Estado en el cual el sector público gana participación relativa en detrimento del sector privado dentro de la estructura de la economía. Entre 2001 y 2012 en Argentina, el peso relativo del gasto público aumentó 44%, mientras que en los otros países de la región se mantuvo prácticamente invariable.
Es decir, la eliminación de los subsidios es condición necesaria pero no suficiente para resolver favorablemente esta distorsión. Si la desaparición de los subsidios no se tradujera en ahorro fiscal sino que se destinara a financiar otros gastos, se corregiría en parte la distorsión de ciertos precios, pero la distorsión económica fundamental seguiría “en pie”: exceso estructural de gasto público. Justamente, este exceso conlleva a la segunda distorsión: exceso de presión tributaria e inflación.
Segunda distorsión: exceso de presión tributaria e inflación.
En primer lugar, la expansión desmedida de los subsidios y el exceso de gasto público condujeron a subir la presión tributaria y cuando ésta comenzó a alcanzar su límite, obligó al BCRA a emitir cada vez más pesos para financiar al Tesoro.
Durante los primeros años el incremento de los subsidios y el crecimiento del gasto fue financiado con aumentos de la presión tributaria, que punta a punto creció 15.3 puntos porcentuales en términos del PBI entre 2002 y 2012.
Sin embargo, la fuerte política fiscal expansiva comenzó en 2005. Entre 2005 (22.4%) y 2009 (26.6%) el aumento de la presión tributaria nacional, que ascendió a 4.2 puntos porcentuales en términos del PBI, fue destinado a financiar casi en su totalidad al incremento de los subsidios. No obstante, a medida que la capacidad de subir la presión tributaria se agotaba, el aumento de subsidios comenzó a ser financiado con el BCRA, cuyo asistencia al Tesoro Nacional aumentó 650% entre 2009 y 2012, pasando de $14.000 MM (2009) a $105.000 MM (2012).
La creciente emisión monetaria del BCRA para financiar el exceso de gasto público y los subsidios, aumentó la presión y las expectativas inflacionarias potenciando la distorsión de precios relativos.
En este sentido, tanto la teoría como la evidencia empírica muestran que un sostenido y prolongado proceso inflacionario es el mayor propulsor de la distorsión de precios relativos, ya que en esos procesos los precios suben con diferente fuerza y ritmo, potenciando la distorsión e impactando negativamente contra la inversión, el aumento de la capacidad de producción, la creación de nuevos puestos de trabajo y la tasa de crecimiento.
De hecho, en la actualidad una tasa de crecimiento anual que ronda aproximadamente el 2.0% anual, convive con un incremento del nivel general de precios similar a los valores de cuando la economía crecía al 7%/8% interanual, lo cual denota que el presente enfriamiento del nivel de actividad no calmó el aumento general de precios.
A los efectos negativos de la distorsión de precios relativos también hay que sumarle el impacto nocivo que la elevada presión tributaria tiene sobre la inversión y el nivel de actividad. En la última década la presión tributaria argentina creció un 60% y en la actualidad es la más alta de la región ubicándose en un nivel record histórico, lo cual “ahoga” al sector privado y también afecta negativamente al nivel de actividad.
De hecho, Argentina es el único país de la región que ha adoptado un modelo pro agrandamiento del Sector Publico y achicamiento del sector privadoLos otros países de la región han mantenido su presión tributaria prácticamente constante en los últimos diez años, permitiendo que los sectores privados de sus economías también aprovecharan los beneficios del positivo contexto internacional imperante durante los últimos dos lustros.
Tercera distorsión: unitarismo fiscal.
El aumento de la presión tributaria no sólo es una distorsión por su envergadura, sino también por su forma. El aumento de la presión tributaria está concentrado en la esfera nacional y no se “derrama” hacia las provincias. La actual presión tributaria récord no sólo atenta contra el crecimiento por su nivel, sino también por su composición. En Argentina la mayor parte de la recaudación se la apropia el gobierno nacional que casi no presta servicios públicos.
Por el contrario, las provincias, que prestan los servicios públicos esenciales y tienen a su cargo el 70% de las obligaciones de gasto, sólo se apropian del 30% de la torta tributaria totallo cual genera problemas de financiamiento a la educación, la salud y la justicia, deteriorando la calidad del servicio público y afectando negativamente el crecimiento y desarrollo económico de largo plazo.
En los últimos diez años la presión tributaria nacional creció 15.1 p.p. Paralelamente, la presión tributaria provincial aumentó sólo 1.8 puntos porcentuales, pasando de 3.8% (2002) a 5.6% (2012) en los últimos diez años. Para peor, la suba de la presión tributaria nacional se concentró principalmente en impuestos que no se coparticipan, reduciendo cada vez más la participación de las provincias en la torta de la recaudación total. De hecho, la coparticipación de impuestos se redujo 4 puntos porcentuales en términos de la recaudación total entre 2002 (30%) y 2012 (26%).
Cuarta distorsión: Trabas a las importaciones.
Más allá del argumento oficial pro desarrollo industrial, el verdadero objetivo de las trabas a las importaciones es la “caja” en dólares. Las trabas son la variable de ajuste. El gobierno busca obtener un determinado superávit fiscal y ajusta las trabas a las importaciones según el ingreso de dólares por exportaciones que haya.
En Argentina el 80% de las importaciones se encuentran ligadas a la industria y a los ciclos productivos que son intensivamente dependientes en insumos, bienes intermedios y de capital extranjeros. Las trabas a las importaciones son una distorsión porque impiden la eficiente asignación de recursos esenciales, atentando contra la capacidad de producción, la generación de puestos de trabajo y la tasa de crecimiento de la economía. En este marco, se entiende la importante contribución que las restricciones a importar hicieron al enfriamiento del nivel de actividad, que ya lleva más de año y medio.
Además, se institucionalizó un régimen de “compensación” de importaciones con exportaciones, que sin lograr aumentar las ventas al exterior, generó ganancias extraordinarias al sector exportador, vía comisiones, por “ceder” exportaciones que de todas maneras realizaban. Sin lugar a duda este fenómeno constituye otra distorsión adicional, ya que encarece los costos de reposición y de producción, alentando la distorsión de precios y la inflación.
Quinta distorsión: tipos de cambio para todos y todas.
Argentina siguió una política cambiaria diametralmente opuesta a la de sus países vecinos.
Durante los últimos años nuestro país escogió depreciar el tipo de cambio nominal por medio de la emisión monetaria, o sea a cambio de inflación. Por el contrario, los otros países de la región escogieron apreciar el tipo de cambio nominal y controlar la inflación, por lo que experimentaron una apreciación del tipo de cambio real vía (nominador), una “verdadera” ganancia de poder adquisitivo de sus monedas.
¿Cuál es la diferencia? Chile, Brasil, Perú; Colombia y Uruguay experimentaron apreciación cambiaria real por fuerte ingreso de dólares, o sea usufructuando las externalidades positivas del ingreso de divisas que se manifiestan principalmente en inversión. En Argentina se apreció el tipo de cambio real en un marco de inflación, fuga de divisas y caída de inversión. Los países vecinos preservaron la depreciación nominal como herramienta de política cambiaria. Por el contrario, Argentina la perdió.
Cuando hacia fines de 2011 y 2012 Brasil depreció su tipo de cambio nominal de 1.50 a 2.0 reales por dólar, sin la posibilidad de utilizar el tipo de cambio nominal como herramienta de política económica, Argentina se vio obligada a intervenir y profundizar fuertemente el sistema de tipos de cambio múltiples.
En la actualidad en Argentina hay un sinfín de tipos de cambio que genera ganadores y perdedores a nivel microeconómico, pero indudablemente afecta negativamente a toda nuestra macroeconomía. ¿Por qué? Porque el mercado percibe que esta situación no es sostenible en el largo plazo y descuenta una futura devaluación del tipo de cambio y aceleración inflacionaria. En este marco, los agentes económicos tratan de anticiparse y cubrirse, lo cual no es “gratis” en materia de nivel de actividad porque implica posponer decisiones de consumo e inversión, afectando negativamente la tasa de crecimiento del PBI.

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