Hay historias que revelan la naturaleza humana: Bergman está en todas las tazas de los desayunos y Shakespeare anida en todas las cartas de amor. ¿Estará, en Coronel Suárez, el Dostoievski de Memorias del subsuelo? El horror asusta por su proximidad, es un espejo demasiado cercano en el que se ve el aliento del que se mira. En Brazil, la película futurista de Terry Gilliam, el torturador tortura y, en sus descansos, juega con sus hijos en la habitación de al lado. Se limpia meticulosamente la sangre con la que se manchó con el trabajo y entra al cuarto de al lado con una sonrisa paternal . Nos asusta que ambos cuartos sólo estén separados por una puerta. Nos tranquiliza pensar que, en verdad, los monstruos son dos personas, pero no lo son. Son una.


POR JORGE LANATA


“Los victimarios no tienen doble o triple personalidad, como se leyó en algunas notas”, le dice a Clarín Claudia Garro, psicoanalista, docente y supervisora de Centro Dos. “Es una perversión, que tiene más bien una doble moral que una doble personalidad. Es el pastor que abusa de sus fieles. La frase que los habita es: Ya sé que no se puede, pero aún así lo hago.
Y te miran a los ojos ”.
“Decir que tienen una doble personalidad es incorrecto, ya que sería una manera de justificarlos”, abunda Isabel Monzón, psicoanalista y escritora. “El pertenecer a una secta tampoco justifica los hechos. Son perversos”.
Si esta historia se hubiera desencadenado el martes 13 sería perfecta. Pero también a veces el destino se equivoca: comenzó el lunes 12, a las siete de la mañana, cuando el “pastor” Jesús Olivera le envió a Fanny Heit un mensaje de texto: Sonia se escapó . Fanny estaba a punto de grabar una nota en los estudios del Canal 4 de Coronel Suárez y dijo que volvería a las ocho. Pero nunca volvió: al mediodía llevó a Jesús a Pigüé en su Corsa bordó y después fue detenida por privación ilegítima de la libertad, lesiones y reducción a la servidumbre . Mientras toda la Policía de la Provincia lo buscaba, Jesús salió del hotel Flavia, en la Avenida San Martín de Carhué, a tomarse un helado y comprarse una remera. Después fue al estudio de un abogado a negociar su entrega con un medio a cambio de dinero por la exclusiva. A esa altura, las puertas del infierno ya estaban abiertas de par en par: Sonia internada, con 20 kilos menos , golpeada, con quemaduras de cigarrillos en las manos y otros signos de tortura física y psicológica, alimentada durante meses con alimentos para perros y sopa contaminada por el excremento de los animales de la casa . Y la misma foto de Estefanía Heit, Fanny, ya estaba en todos los diarios del país.
En el blog del Centro Cristiano “Amar es combatir” , Jesús cuenta historias vinculadas a la fe: “Si tenés un problema, si algo te está pasando o simplemente querés charlar… Llamanos que estamos las 24 horas dispuestos a escucharte”. “El Centro Cristiano CCAEC se está extendiendo a diversos puntos del país –dice el blog–. Su sede central se encuentra en la ciudad de Coronel Suárez. Ya se han conformado grupos de trabajo en ciudades como Bahía Blanca, Necochea, Mar del Plata, Las Grutas, Punta Alta, entre otras. También estamos conquistando el sur del país y Córdoba”. La palabra “amor” se repite en todas las comunicaciones como una letanía. Son “los guerreros de Dios” para “derrotar a Satanás”, y hablan de un Supercristo, “el verdadero superhéroe”. En el ítem “Acerca de Estefanía” de su página de Facebook, escribió Fanny: “La Sabiduría queda probada Justa por sus Obras... Cuando estoy en el Mundo, Luz soy del Mundo”.
En su blog “Mi vida Vale”, Heit colgó un programa radial grabado con la víctima durante el período de su secuestro. “Ese día la vi muy tranquila, muy delgada y con olor fuerte, como con falta de aseo”, recuerda anteClarín Ezequiel Villanueva, operador de la emisora. “El programa duró tres meses y medio. Todo agosto y parte de septiembre lo operé yohasta que ella aprendió y después se operaba sola. El día que vino Sonia yo no estaba en el piso sino en el estudio de al lado, editando”.
El día que Fanny entrevistó a Sonia había también dos estudiantes secundarias invitadas: María y Belén . Todos los sábados iban chicos de los centros de estudiantes al programa. Belén tiene 17 y está muy asustada con lo que pasó: su padre es el comisario del pueblo, Rubén Fernández. La entrevista renueva su sentido después de conocido el horror: las palabras son lo que son pero también son otra cosa , lo que no dicen, y los silencios o el llanto encuentran otra explicación. Torturadora y torturada hablaron en ese programa sobre la pobreza. Sonia repite, conmocionada pero ajena, frases que no le pertenecen. Alguien que no está en ese estudio quiere dejar un mensaje: ese mensaje habla de sueños, de posibilidades, de futuro. La grabación de la entrevista fue difundida en el programa de Marcelo Zlotogwiazda enRadio Mitre . Escucharla hoy, cuando la sangre salió de abajo de la alfombra, es estremecedor.
María Lourdes Molina, psicóloga, doctora en Ciencias Penales y autora del Protocolo de Técnicas de Persuasión Cognitiva, aseguró a este diario que Sonia fue víctima de, por lo menos, veinticinco técnicas de persuasión que aparecen en el protocolo.
Otros hablan de “ocho pasos” utilizados por las sectas para controlar la voluntad: control del pensamiento (se les prohíbe hablar con gente de ideas opuestas); jerarquía estricta ; “conmigo o contra mí” (sin términos medios, en el mundo sólo hay buenos, los del grupo, y malos);denuncia premiada (falta de privacidad, se informa al jefe de cualquier inconducta o pensamiento desviado); v erdades incuestionables ;códigos secretos ; “nuestro mundo y nada más” (el grupo pasa a ser la única cosa importante) y “no hay salida” (la víctima no puede imaginar una vida independiente y fuera del grupo).
¿Existe el “lavado de cerebro”? Sobre el punto hay desacuerdo científico: la palabra “brainwashing” surgió de un libro del “periodista” (agente encubierto) de la CIA Edward Hunter, que investigó en los años 50 el comportamiento de los soldados americanos tomados como prisioneros en la guerra de Corea. “Quienes los entrevistaron quedaron pasmados y horrorizados, no sólo por lo que el prisionero dijera sinopor el modo innatural de expresarlo . Su voz sonaba como si estuviera grabada en un disco que tenía que ser tocado desde el principio al fin, sin alteración ni pausa”, escribió en “Lavado de cerebro en la China Roja” .
Hunter sostiene que esa técnica había sido utilizada por los campos de reeducación de la China de Mao a partir de 1949 en base a un documento secreto del científico soviético Iván Pavlov. Hay quienes dicen que el manuscrito de Pavlov es un mito, y que en verdad Hunter montó una operación de propaganda típica del clima de los años cincuenta. Las teorías antisectas de lavado de cerebro tuvieron un éxito efímero en las décadas del setenta y ochenta, pero en 1987 fueron criticadas abiertamente por la APA (American Psychological Association) y desde entonces la mayoría de los tribunales norteamericanos rechazan estas teorías, que sin embargo son aceptadas en los estrados europeos.
En noviembre de 1978 Jim Jones, líder del culto People’s Temple , ordenó el suicidio en masa de sus 900 seguidores, que tomaron un ponche mezclado con cianuro. La llegada del congresista Leo Ryan a Jonestown desencadenó los hechos. En los últimos años otros casos abrieron las puertas del subsuelo: en 2006 el de Natasha Kampusch , en Austria, secuestrada durante ocho años, por su vecino; en 2008 el también austríaco Josef Fritzl , un electricista de 73 años que secuestró y violó a su hija durante 24 años, con quien tuvo siete hijos-nietos, y en 2009 el de J aycee Lee Dugard , cautiva durante 18 años de una pareja de pedófilos y secuestrada a los once.
En el celular de Fanny se encontraron al menos dos videos de cinco minutos cada uno en los que se observan sesiones de tortura sicológica a la víctima. En la casa había 62 DVD que están siendo peritados. En esa casa de persianas cerradas había alcohol, mierda, abuso sexual y una víctima encerrada a la que se le hablaba de Dios y del amor. Dios, mientras tanto, hacía silencio .
Investigación: JL/María Eugenia Duffard/Amelia Cole

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