“Estamos en Harvard no en la Universidad de la Matanza”

En 24 horas Cristina Kirchner, la presidente, desnudó a Cristina persona, como nunca antes. Es que ese antes no existe porque la mandataria tuvo en USA que someterse a reglas de las casas de estudios que visitó y debió responder a preguntas, cosa que nunca hace en su país. El 27S se convirtió en otro aciago para el relato.



por JORGE HÉCTOR SANTOS
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CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). El 27S se convirtió en una versión libre del 13S para Cristina Fernández de Kirchner.
 
Si bien una y otra fecha en lo formal está en las antípodas de las comparaciones posibles, se las puede unir porque fueron dos fechas en que la presidente se debió topar con la realidad, ese que tanto difiere con su relato y que le impone a sus obsecuentes.
 
¿Qué es el relato? Es una forma caritativa, piadosa encontrada apelando al recurso lingüístico para evitar decir que la primera mandataria y su elenco de voceros, mienten.
 
Al mentir elaboran una Argentina falsa que se enfrenta con la verdadera.
 
Hasta las elecciones de octubre de 2011 se fueron metiendo debajo de la alfombra una cantidad de irrealidades económicas que algún día iban a saltar. Hasta entonces muchos estaban como anestesiados para poder discriminar entre un escenario (la verdad) y el otro (el dibujo).
 
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Desde diciembre 2011 hasta el presente la “sintonía fina”; el “Vamos por todo”, la corrupción, las muertes por la corrupción; las muertes por la inseguridad, el “Boudougate”, el enriquecimiento patrimonial de los funcionarios; los enfrentamientos con Mauricio Macri, Daniel Scioli, Juan Manuel De la Sota; la multiplicación de las cadenas de radio-televisión; el tema de la reforma constitucional y tantos otros tormentos se fueron precipitando como las fuertes lluvias que dominaron el pasado mes de agosto.
 
El clima social envejeció la foto del 54% con que Cristina ganó la reelección.
 
La calle se enojó con la presidente y esta con su habitual soberbia alimentó el enojo.
 
Si Argentina estuviese tan bien como la Presidente la describe -y nadie que pueda discriminar cree que el mundo se nos cayó encima- ¿por qué entonces el cepo al dólar, a las libertades esenciales, a las amenazas permanentes a la libertad de expresión?
 
Si la inflación es la que indica el Indec, ¿por qué entonces aumentos salariales del 25% y más?
 
Si la Presidente gobierna para 40 millones de argentinos ¿por qué semejante ataque a la clase media argentina y tantas perversas expresiones verbales para enfrentar a las clases sociales?
 
En medio de tantos desaciertos que enojan y mucho al colectivo mayoritario de la población no hay que obviar el tema de la Cristina eterna, del voto adolescente, del voto de los extranjeros, de los presos saliendo de las cárceles, de La Cámpora  lavando cerebros infantiles en escuelas del país.
 
La presidenta fue elegida para gobernar en democracia pero su autoritarismo no sabe de límites cuando va contra otros poderes del Estado; cuando se presiona y condiciona a la justicia; cuando desprecia el dolor de madres que han perdido sus hijos en la tragedia anunciada de Once; cuando acrecienta con recursos de todos un ya enorme monopolio informativo a su servicio; y cuando las estadísticas oficiales mienten hasta el extremo de disfrazar el abultado porcentaje argentinos que viven sumergidos en la pobreza y en la indigencia.
 
La viuda de Kirchner fue desnudando frente a mucha gente, que sintió cómo se erosiona su ingreso a diario, cómo es Cristina, la verdadera Cristina.
 
Esa Cristina que habla en forma permanente de cifras que no son comparables porque no se ajustan al proceso inflacionario; que dice que hay que tenerle miedo; que recita que busca la justa distribución del ingreso pero que hace todo lo contrario.
 
La Presidente vive o prefiere vivir en su mundo irreal, la gente sufre la verdad.
 
El país está enfrentado desde arriba hacia abajo. Así funciona el mecanismo; al igual que funciona la corrupción, sino hay en exceso de producción arriba esta no se distribuye a otras capas sociales.
 
El Estado, cada vez más grande, no cobija a sus dueños -los habitantes del país- que pagan a diario impuestos, ya que el gobierno central que administra ese Estado se muestra distante, ajeno a las necesidades, a las preocupaciones fundamentales de la ciudadanía.
 
En su gran mayoría la gente se anotició, además, que la famosa Ley de Medios que prometía democratizar la palabra, no es ni más ni menos que otra gran mentira K. Más que Ley de Medios, está debería llamarse la Ley de la Censura al ejercicio del periodismo tradicional, no el comprado.
 
El pensamiento único, al mejor estilo chavista, comenzó a calar profundo como peligroso enemigo de las grandes mayorías.
 
Los reclamos del 13S volverán a multiplicarse el 8N y el gobierno busca mil formas de generar miedo en quienes participarán de esos ríos de gente que no busca destituir a Cristina Fernández. Solo pretende que se respeten los valores éticos y morales que provienen de su educación, de la Constitución Nacional y de las leyes de la República.
 
A tan solo días del 13S, el 27S, Cristina tropezó -por segunda vez- en 24 horas con estudiantes de dos de las universidades más importantes de USA.
 
En ambas tuvo oportunidad de lucirse, en lo formal, como oradora pero recurriendo a un fondo que resultó una mezcla de temas diversos y desordenados. Lo único que los hilvanaban era el autoelogio. El resumen de esto fue “soy una exitosa abogada y una exitosa Presidente”.
 
Las reglas de ambos centros de estudios indican que el orador que acude debe someterse al interrogatorio libre del alumnado. Eso que nunca hace la máxima servidora pública del país con la prensa.
 
Fueron dos jornadas en que Cristina debió toparse con la realidad. Las jornadas que desnudaron a Cristina persona.
 
Todo monólogo o relato montado en base de mentiras no puede desconocer que en algún momento la verdad puede aparecer en cualquier cruce de esquinas.
 
En la con fluencia de Georgetown y Harvard, Cristina colisionó ante un puñado de preguntas normales para un país libre, como USA, proveniente de estudiantes mayoritariamente latinoamericanos.
 
Cristina Krichner se molestó, se enojó, se irritó. Mintió sin vergüenza alguna para tratar de hacer equilibrio sobre una ficción que hacía agua.
 
Llegó a negar que haya cepo cambiario, eludió decir que es la promotora de la reforma constitucional para buscar un nuevo mandato, negó que haya inflación del 25%, ninguneó a los alumnos, sugirió que les habían escrito las preguntas periodistas argentinos, llegó a mofarse del joven que leyó una pregunta sobre la libertad de expresión en Argentina, acotando “seguramente no tenés buena memoria para recordar lo que me querés decir”.  
 
La disertante expresó “quiero ser una Presidenta seria y responsable…”, olvidando que la primera premisa para lograrlo es justamente ser confiable, creíble.  
 
Lució desencajada cuando le preguntaron sobre el enorme incremento patrimonial durante sus años en el gobierno de la Nación.
 
Otro alumno argentino le señaló a Cristina "Me siento privilegiado de ser uno de los pocos argentinos que pueden hacerle preguntas".
 
A lo que ella le respondió, demostrando producto de su incomodidad a flor de piel:
 
"Esa frasecita “me siento privilegiado”, por favor. ¿Será porque están en Harvard y no se enteran? Yo hablo con millones de argentinos, con periodistas. ¿A vos te parece que si no hablara me hubiera votado el 54%? Me llama la atención que todo gire en torno a si hablo con tal o cual. Me parece poco académico. Esperaba otro análisis de ustedes. Deben estar usando bastante sus dólares, me dijeron que Harvard es bastante cara".
 
Uno de los momentos más vergonzosos que pasamos los argentinos a quienes la presidente nos representa fue cuando la jefa de Estado fue silbada por parte del alumnado asistente, el motivo no era menor:
 
La presidente: "Chicos estamos en Harvard. esas cosas son para la Universidad de La Matanza"
 
La primera mandataria, acaba de recibir de un estudiante argentino de la provincia de San Juan una pregunta sobre "si no le parecía momento de hacer una autocrítica, tras los índices poco transparentes de delincuencia e inflación".
 
Quizás la viuda de Kirchner debería recordar que estaba en Harvard y que no era momento para inculpar a Clarín de que ella hay tenido una paso negro producto de su propia responsabilidad.
 
Sería oportuno que la Presidente reconociera que no en todo el mundo y tampoco en algunos de medios de su país se consigue uniformar el discurso único de la Argentina irreal merced al manejo discrecional de la abultada pauta publicitaria oficial, ni tener a su disposición programas como 6, 7,8; Duro de Domar, Bajada de Línea; ni tantos militantes y piqueteros pagos.  

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