Lectura para Lorenzino-Moreno: Más inflación y crecimiento 'cero' en 2013

La inflación se mantendrá "elevada y creciente" en el 2013 dado que "difícilmente el gobierno modere sus políticas fiscal y monetaria en un año de elecciones", indicó el último informe económico de la Universidad Católica Argentina (UCA), donde también analizó la situación del sector agropecuario y sus perspectivas tras 10 años de políticas desfavorables hacia el sector, donde Brasil logró duplicarnos en producción. Por último, prevén un crecimiento de 0 por ciento.



CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24).- El ensayo Perspectivas económicas para 2012/13 elaborado por elaborado por el Programa de Análisis de Coyuntura de la Escuela de Economía de la UCA, planteó que "el problema macroeconómico de fondo que enfrenta la economía argentina es la veloz pérdida de competitividad, causada por una alta inflación combinada con una leve depreciación del peso", pero también analizó la situación del sector agropecuario frente al mundo y la política económica argentina, donde concluyó que las medidas adoptadas por el Gobierno nacional han sido claramente desfavorables para el campo argentino y pidió cambios en los planes hacia el 2020.
Otro punto interesante es la alta dependencia de la Argentina a la recuperación de Brasil y evitar los coletazos de la crisis económica en Europa, mientras tanto desde la UCA revisaron las previsiones de crecimiento cercanas al 0 por ciento.
El Dr. Ernesto A. O’Connor, consideró que el  aporte  del  sector  agropecuario y agroindustrial a la economía y a la sociedad  argentina  ha sido históricamente, y sigue siendo, muy relevante.
Su  contribución  no  se  detiene  en  la  producción de granos o de carnes pampeana,  sino que se extiende a una vasta red de producciones regionales.
En números, el sector agropecuario y las cadenas agroindustriales aportan:
- el 13% del PIB
- el 55.8% de las exportaciones de bienes
- el 35.6% del empleo directo e indirecto
- el 18,8% de los impuestos (AFIP).
Pero en los últimos diez años la política económica ha tenido un creciente sesgo desfavorable para la   competitividad de estas cadenas agroindustriales, mediante impuestos al comercio exterior, restricciones a las exportaciones y precios internos   inferiores a los precios internacionales.
Las justificaciones se han centrado en cuestiones de equidad redistributiva social y seguridad alimentaria, si bien aquellos instrumentos han sido útiles como financiamiento del déficit fiscal.
En este sentido, se reiteran en la Argentina políticas adversas al sector agropecuario, que suelen resultar, como en cualquier economía, en una reducción de la oferta, con consecuentes efectos sobre el ciclo económico.
La cosecha 2011/12 sería de 83 millones de tn frente a un pronóstico original de 107 millones -con su efecto de menor liquidez y por ende menores inversiones-, con buena causa en una nueva sequía en varias regiones.
El sector -como la industria y el resto de la economía productiva-, venderá desde ahora a un dólar oficial con algunos costos valuados al dólar paralelo.
El resultado probable es un estancamiento de mediano plazo en la producción, por la menor liquidez y disponibilidad de fondos para invertir.
En comparación con Brasil, ante el mismo shock externo de la década del ‘2000, ha logrado exportar por el doble de valor, cuando hace diez años la brecha era sustancialmente menor.
Brasil exporta el doble que la Argentina: US$ 68.500 millones.
Las tendencias mundiales indican un aumento abrupto de la población demandante de alimentos en Asia para las próximas tres décadas, abriendo una oportunidad estructural para los países exportadores de alimentos, donde Brasil y la Argentina son claves.
Es interesante comparar los resultados de esta política con la aplicada en Brasil, donde no existen retenciones ni prohibiciones al comercio de productos agropecuarios.
Como contrapartida, el Estado brasileño apoya al sector con políticas horizontales de competitividad (infraestructura, asistencia al comercio exterior).
Existe una visión de Agribusiness, donde la integración entre la producción primaria y la industrial es fuerte. Desde 2000 hasta 2012, la producción de granos de Brasil pasó de 93 millones de tn hasta una estimación actual para la campaña 2011/12 de 162.6 millones de tn. Es decir, un alza de 95%. En tanto, el stock vacuno creció desde 150 millones de cabezas hasta 182 millones (21.3%).
En cambio, en la Argentina, la producción total de granos pasó de 64 millones de tn a 83.4 millones en 2011/2012 (+30%). Si se considera el promedio de las últimas cuatro cosechas, la cifra no varía, pues es de 82.7 millones de tn. En cuanto al stock bovino, cayó desde 55 millones de cabezas hasta casi 48 millones de cabezas (-13%). Es decir, una performance muy distinta al caso brasileño.
Para encarar un proyecto de agro-industrialización de alta escala, donde el desarrollo económico encuentre un motor en el sector agropecuario y sus cadenas, la Argentina debe resolver una relación no terminada en torno al rol de los recursos naturales.
En este sentido, el futuro no parece tan claroEl Plan Estratégico Agropecuario y Agroindustrial para el año 2020 (PEA 2020), elaborado por el gobierno, establece que la Argentina es un líder global en la alimentación y la agricultura, y que la riqueza provendrá de la industrialización de las zonas rurales.
Pero los antecedentes recientes indican que la siembra y la producción de trigo y girasol no han recuperado en el último lustro los niveles de comienzos de los ‘2000, y que la siembra y producción de maíz sí muestran tendencia alcista en 2011/2012 pero luego de dos años de caídas.
Bajo un escenario de precios internacionales estables hacia 2020, la actual política hacia la producción agropecuaria sugiere un path dependence, donde la producción tendría dificultades para lograr las metas más ambiciosas hacia 2020.
En este sentido, el ciclo económico 2013-2020 podría seguir a un ciclo de producción agropecuaria menos favorable que el acontecido en las dos décadas precedentes.
Para lograr una agro-industrialización de gran escala se necesita un cambio en las políticas sectoriales. Las políticas públicas también podrían ser consideradas desde ángulos diferentes, y en función del logro de objetivos distintos, que incluyan el crecimiento, el desarrollo regional y la equidad, con la generación de empleo agroindustrial, que es elevada en las cadenas agroindustriales, reduciendo la pobreza rural.
Esto contribuiría de manera notable a la generación de un federalismo más sano en la Argentina.
Economía 2012/2013
En cuanto a las Perspectivas económicas para 2012/13, el Lic. Camilo E. Tiscornia, consideró que el problema macroeconómico de fondo que enfrenta la economía argentina es la veloz  pérdida  de  competitividad,  causada  por  una  alta inflación combinada con una leve  depreciación  del  peso;  la  misma  se  agravó notablemente  con  la  sequía,  el estancamiento de Brasil y la reciente depreciación  del  real.
La consecuencia es que, a este tipo de cambio, el país no genera suficiente divisas para atender las importaciones que requerirían una actividad local en expansión y la demanda por parte del Tesoro para servir sus deudas; mucho menos aún la fuga de capitales y otros usos, como el pago de dividendos al exterior.
Por ende, hasta que esta escasez no se resuelva, difícilmente la economía puede reactivarse.
Esta escasez puede resolverse por dos vías. Una sería una mejora del escenario internacional, un factor que escapa al control del gobierno. Si se logra evitar el colapso de Europa y si las medidas del gobierno brasileño son efectivas para reactivar su economía, la Argentina se verá beneficiada.
La otra vía sería lograr una depreciación del peso que se trasladara sólo parcialmente a inflación, algo que está en las posibilidades del gobierno. En principio, esto requiere, junto con la depreciación, una contención monetaria y fiscal, ya que gran parte de la emisión monetaria está destinada a financiar al Tesoro.
Los controles adoptados, si bien parecen ser efectivos para racionar las escasas divisas, no logran aumentar la capacidad de generar las mismas y crean una enorme desconfianza que, no sólo aumenta la demanda, sino que conspira también con la reactivación de la actividad.
Estimamos que el gobierno va seguir con la estrategia de gradual depreciación del peso y controles, esperando, a la vez, que Brasil y la cosecha vayan jugando a favor de nuestra economía hacia fin de año y en 2013.
Por ello, nuestra estimación es un tipo de cambio en torno a $/US$ 5,20 a fin de año.
Este modo de encarar la situación demorará la reactivación de la actividad, por ello, el mes pasado revisamos nuestra proyección de crecimiento a cerca de 0%.
En cualquier escenario la inflación se mantendrá elevada, y creciente en 2013 en la medida en que difícilmente el gobierno modere sus políticas fiscal y monetaria en un año de elecciones.
La debilidad de la actividad no logrará compensar los efectos inflacionarios de las elevadas expectativas de inflación, los ajustes salariales y la mayor depreciación del peso.

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