En Tedeum sin Cristina ni Macri, Bergoglio habló del "Nadie fue"

"Nadie se hace cargo de lo que hay que hacer y de lo hecho. Parecería un juego inconsciente: 'nadie fue' es, en definitiva, una verdad y quizás hemos logrado ser y sentirnos 'nadie'", dijo el cardenal Jorge Bergoglio durante el Tedeum del 25/05 en la catedral porteña.







CIUDAD DE BUENOS AIRES (AICA). “Esta fecha patria es un momento propicio para detenernos y preguntarnos por el corazón, el alma, el espíritu y las fuerzas de nuestro amor ciudadano y familiar. Ese amor que nos enseña a vivir bien y ayudar en el crecimiento de los otros, que son como nosotros, que merecen el amor como nosotros por ser personas y compatriotas”, afirmó el arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina, cardenal Jorge Mario Bergoglio SJ, en la homilía que pronunció hoy durante el solemne tedeum de acción de gracias que presidió en la catedral metropolitana en la fiesta del 25 de Mayo, aniversario del Primer Gobierno Patrio.
 
Asistió al tedeum, convocado por el cardenal Bergoglio, la vicejefa del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, María Eugenia Vidal (N. de la R.: por una cuestión de protocolo, Mauricio Macri ha decidido no asistir a aquellos eventosa los que debería concurrir y no lo hace la Presidente de la nación), acompañada por los miembros del gabinete y otros funcionarios del gobierno porteño.
 
También asistieron el nuncio apostólico, monseñor Emil Paul Tscherrig y los obispos auxiliares de la arquidiócesis de Buenos Aires.
 
Según la tradición dos veces centenaria, la celebración del tedeum en la catedral porteña era solicitada por el Presidente de la Nación, pero desde hace unos años las autoridades nacionales, sin explicación alguna, decidieron concurrir al tedeum en el interior del país. Este año la presidenta Cristina Fernández lo hará en la catedral de San Carlos de Bariloche. 
 
Solo el amor es plenamente confiable
     
Previamente a la homilía, se dio lectura a un pasaje del evangelio de San Marcos, en el que a la pregunta de un escriba acerca de cuál es el primero de los mandamientos, Jesús le responde: “Amar al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas, y al prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más grande que éstos”.
 
Basado en estas palabras el purpurado porteño dedicó su homilía al amor. “Sólo la nobleza de corazón, de un corazón que no puede dejar de amar, puede tender puentes y vínculos. Sólo el amor es plenamente confiable”, afirmó.
 
Luego recordó que “salvando los vaivenes de la historia y las ambigüedades de los hombres, nuestros padres de Mayo, con sus muchas diferencias y errores, apostaron a la confianza mutua que es raíz y fruto del amor. La confianza de poder poner las bases para conducir nuestro propio destino y todo lo que simbolizamos como Patria y Nación”. 
 
“Y sin enunciados previos -agregó-, un verdadero amor social se fue dando en el sacrificio diario de la construcción de esta Nación. Sangre y trabajo, renuncias y destierros llenan las páginas de nuestra historia. Aun oponiéndose el odio fratricida y las ambiciones particulares que traban y atrasan, no hacen sino confirmar que el amor a aquel proyecto fundante iba llevando a cabo este sueño de ser argentino. Inconcluso o truncado, herido o debilitado, el sueño está ahí para seguir siendo realizado y el Evangelio que hoy nos ilumina nos recuerda el amor fundante”.
 
“Jesús no da sólo un mandamiento en el sentido más común de la palabra -continúa- sino que proclama la única forma de fundar un vínculo y una comunidad que sea humanizadora: el amor gratuito, sin reclamos, que es consistente por convicciones, que siente y piensa a los otros como prójimos, es decir como a sí mismo. El amor que propone Jesús es gratuito e ilimitado y por ello muchos lo consideran, a Él y su enseñanza, un delirio, una locura y prefieren conformarse con la mediocridad ambigua… sin críticas ni desafíos.
 
“Esta ‘locura’ del mandamiento del amor que propone el Señor y nos defiende en nuestro ser aleja también las otras ‘locuras’ tan cotidianas que mienten y dañan y terminan impidiendo la realización del proyecto de Nación: la del relativismo y la del poder como ideología única. El relativismo que, con la excusa del respeto de las diferencias, homogeiniza en la transgresión y en la demagogia; todo lo permite para no asumir la contrariedad que exige el coraje maduro de sostener valores y principios. El relativismo es, curiosamente, absolutista y totalitario, no permite diferir del propio relativismo, en nada difiere con el “cállese” o “no te metas”.

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