Cortina de humo y decadencia... ¡cuando faltan 4 años!

Se puede obtener el 53,9% de los votos y, sin embargo, errar, hacer el ridículo, trastabillar... Y eso le ocurre al gobierno del Frente para la Victoria, explica el autor:





por ROBERTO GARCÍA
 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Diario Perfil). "Me parece que se están pasando a la derecha”, señaló uno de los moscardones sindicales que siempre rodean a Hugo Moyano, esos que se han beneficiado con el dominio ecónomico del jefe camionero. Hablaba tontamente como si Moyano acabara de leer el voluminoso Grundisse, de Carlos Marx o ¿Qué hacer?, de Lenin. 
 
Comentaba la lista de subsidios en proceso de trituración que anunció el Gobierno, una medida que algunos imaginan ortodoxa, liberal. Pero ese alimento sospechoso sobre las dudas de Moyano se hundió rápido, se desvaneció porque al día siguiente la muerte súbita terminaba con uno de sus hijos, episodio que naturalmente quebró al padre, más quizás en este caso por las desventuras del joven, uno de los cuatro vástagos del primer matrimonio (tiene tres), quien debió atravesar hace un tiempo una operación que de la agresividad lo mudó a la docilidad ingenua. Hasta Luis Barrionuevo debía imaginar la crisis de su rival cuando lo llamó por el pésame correspondiente la noche del velatorio.
 
A Moyano, entonces, no le importaban lecturas u opiniones sobre las decisiones oficiales, ni siquiera esa molesta pertinacia que utilizan los voceros para disfrazar la realidad, unos torpes especialistas en semántica para decir que las tarifas no aumentan aunque el usuario tenga que pagar más o, en lugar de anunciar que se reducen o suprimen los subsidios, el título que utilizan es “se redireccionan”, casi de un castellano propio, del modelo que también incorpora palabras o verbos inexistentes. Como si esas alternativas del vocabulario pudieran atenuar ciertas consecuencias. Así se caracterizó la última conferencia de prensa de Amado Boudou y de su colega Julio De Vido, quienes de repente asumieron roles más protagónicos: uno como vicepresidente sietemesino y el otro, en apariencia, ya convertido por imperio de las dificultades en anticipado jefe de Gabinete para la próxima gestión.
 
No eran estos posibles avances personales lo que alarmaba al colega de Moyano en la CGT, más bien se inquietaba por la naturaleza del anuncio: una corrección y un incipiente ajuste del gasto público. Al margen de que ciertas podas afecten beneficios a determinadas compañías de transporte, el preocupado gremialista teme por otro futuro: mayor alza del costo de vida y posible intento por contener el progreso salarial. Todo, por supuesto, desde el Gobierno que ellos sostienen.
 
Ni por un instante se detuvo el sindicalista por advertir que las apariciones de Boudou y De Vido significaban una distracción premeditada, un manotazo político para desviar con vestimenta capitalista las calamidades de nota que provocaron otras medidas previas de inspiración dirigista. 
 
Por un lado, la brutal –¡y no querida!– suba de tasas de interés local que generó el obligado retiro de fondos de la Anses de los bancos privados. 
 
Y, por el otro, el comprometedor impacto sobre el sector bancario gestado por circulares del BCRA y de la AFIP con relación al tráfico de divisas (obligaciones a empresas para transformar dólares en pesos, repatriar moneda extranjera) fundado en la “equidad social”. Lo que se instrumentó para calmar el mercado cambiario terminó afectando el potencial bancario, ya que la “equidad social” no satisface del todo a los que tienen depósitos en dólares y, para conservarlos vivos, deciden retirarlos.
 
Entienden, con razón, que no debe haber privilegios para mineras, aseguradoras o compañías de energía, pero suponen que esas iniciativas pueden albergar otros propósitos posteriores. Y esta tendencia de retiros merece considerarse: son más de US$ 15.000 millones los que los ahorristas confiaron a las instituciones bancarias.
 
Se acepta como evidente que Guillermo Moreno tuvo, en el primer caso, más responsabilidad queDiego Bossio en el tema de las tasas, aunque la firma le correspondió al de la Anses. 
 
En cuanto a la mayor regulación estatista y presuntamente progresista para contener el dólar, como se sabe, no sólo involucra a Moreno, también a Mercedes Marcó del Pont, quien se postula con estos engendros pasar de su cargo en el Central –no confirmada por el Congreso– a presidir la cartera económica. Y acumulaba respaldos en la Casa Rosada. 
 
En el medio de este trasiego de artífices económicos, hubo disputas y, según cuentan, fue memorable el enfrentamiento de la dama con Juan Carlos Fábrega, al frente del Banco Nación, ex confesor de Néstor Kirchner en la materia. 
 
No menor, también, la discrepancia histórica entre ella y Boudou, cuyo alfil (Benigno Vélez) suele arrancarle pellejos a la señora. 
 
Por si fuera poco, Del Pont tropezó en la escena con un banquero privado, con tal estrépito que más de uno dijo que por caballerosidad había que custodiar a la reina del Central. 

Moreno, sin saber que el otro litigante fue boxeador, prometió que lo va a “cagar a trompadas”.
 
Complicada miniserie que, en apariencia, debió modificar la propia Cristina al advertir que había suscripto, sin darse cuenta, el arrojo de aceite sobre un piso ya enjabonado.

Entonces, le reclamó a Boudou mayor participación en el desconcierto cambiario y financiero de otros, insinuándole que postergara otras actividades entretenidas (inclusive, lo bajó de su avión al G20). Así nacieron, claro, las apresuradas botellas al mar del recorte de subsidios, las promesas liberales de gastar menos en ese rubro. Habrá que esperar para despejar nubarrones y tormentas, establecer vencedores y vencidos, observar nuevos destinos o insistencia en pasadas huellas. 
 
Es obvio que ciertas cuestiones delicadas, como el comportamiento de la población con el dólar, tal vez no puedan derivarse a quienes jamás libraron un cheque, trabajaron en una entidad financiera u operaron en el mercado de cualquier color de la divisa norteamericana. Salvo Fábrega, ninguno de los aparecidos en acción del Gobierno reconocen antecedentes de ese tipo. Y nadie mejor que él sabe de ciertos peligros, también de una consistente opinión que gustaba usar Kirchner: con los bancos, no. Aunque odiara a los bancos. Como aquellos que, en todo el mundo, los protegen porque su desaparición puede ser más nefasta que su costosa continuidad (caso Lehman Brothers). No se trata de ideologías.
 
Y sobre la improvisación o el desconocimiento, el sindicalista temeroso por posibles desvíos liberales escuchó una anécdota en el velatorio del hijo de Moyano que podía retratar el problema del dólar.“Cuando la UOM apenas se organizaba –contaba un veterano–, hasta sus dirigentes debían ejercer tareas hoy impensadas. Como la de llevar el dinero de las cuotas sindicales al banco. Un día, al volver de un almuerzo, Augusto Vandor le preguntó a Paulino Niembro (padre del periodista deportivo) si habían llevado la plata al banco. Respondió Niembro afirmativamente y Vandor arremetió: “¿Quiénes la llevaron?” Respondió el interlocutor: “Lorenzo Miguel, sólo él”.
 
Escandalizado con la contestación, Vandor protestó“He dicho que siempre tiene que ir alguien con Lorenzo, no vuelvan a desobedecerme”. Asintió Niembro pero preguntó enojado: “Escuchame, Lobo, ¿vos pensás que Lorenzo se va a robar la plata?” 

“No, replicó Vandor, no pienso eso. Pienso, sí, que la puede perder.”

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