Luján volvió a ser el templo de la fe

Más de un millón de fieles participó de la 37a. peregrinación a Luján, esta vez bajo el lema “Madre, ayúdanos a cuidar la vida”. El arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, advirtió que “un pueblo que no cuida a los niños y a los ancianos comienza a ser un pueblo en decadencia”.





De la redacción de El Litoral
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Télam-DyN
Miles de fieles que caminaron durante toda la noche hasta la Basílica de Luján pidieron hoy a la Virgen por sus familiares y amigos, por los enfermos y los desprotegidos, y por la paz, en la edición número 37 de la tradicional peregrinación a pie que en esta oportunidad se llevó a cabo bajo el lema “Madre, ayúdanos a cuidar la vida”.
Adultos, jóvenes y niños partieron en su mayoría ayer al mediodía en peregrinación acompañando la imagen cabecera de la Virgen desde el santuario de San Cayetano, ubicado en el barrio porteño de Liniers, y arribaron esta mañana a Luján, donde el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, presidió la misa central.
“Soy una enfermera y hace 15 años que vengo. Conmigo traigo las peticiones de mis pacientes a la Virgen, porque ellos saben de mi fe y unos días antes de la peregrinación van depositando en una caja sus ruegos y pedidos a la Madre”, dijo a Télam Laura, de Berisso. Marta, que la acompañaba, agregó: “De eso se trata, la peregrinación es un acto de amor, de amor hacia nuestra gente y hacia María nuestra madre”.
Muchos grupos de caminantes comenzaron a llegar a la plaza Belgrano de Luján, frente a la Basílica, pasadas las 4, y hacia las 6.50, cuando el sol ya se mostraba a pleno, una multitud colmó ese predio y sus alrededores.
Un grupo de chicos llegados desde Avellaneda, mientras aguardaban la misa central, explicaron cómo hicieron para llevar de la mejor forma la caminata: “La noche se hizo muy larga, pero la mayor parte de ella la pasamos cantando, estuvo bueno”, dijo Emilse.
Hacia las 7, la imagen cabecera de la Virgen de Luján fue ubicada en las escalinatas de la Basílica, ya que el templo este año permanece cerrado por reparaciones y restauración.
Luego, desde allí, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, encabezaría la misa principal de esta 37ma. Peregrinación a Lujan.
“Es la primera vez que vengo, y la razón es muy fuerte, mi pedido es por la vida, por la vida de mi esposa”, dijo Jorge, de La Plata.
“Yo tardé doce horas en llegar, soy de General Conesa y estoy muy bien, gracias a Dios”, dijo, por su parte, Antonia; mientras que María Inés, de San Miguel, sostuvo: “Hace casi 30 años que vengo y hoy lo hago por la salud de una sobrina”.
“A la vida se la cuida siempre”
Pasadas las 7, durante el oficio de la misa central, el cardenal Bergoglio recordó que “donde hay una cruz en el corazón de un hijo, allí está nuestra Madre”.
“El evangelio nos recuerda este momento con pocas palabras, pero con mirada profunda, con miradas de la Virgen que contempla a su hijo, mirada del hijo que la mira y que la deja como Madre de todos nosotros. Jesús entrega su vida y pide a su madre que siga cuidando tantas vidas, las nuestras que necesitan protección”, afirmó.
“En el momento en que él se encuentra en la más completa soledad, en el más completo abandono”, que “solamente tiene el afecto y la mirada comprensiva de ella” es cuando “le encomienda que derrame ese afecto y esa mirada comprensiva de madre a cada uno de nosotros, en los momentos más difíciles”, agregó.
Bergoglio recordó que “a la vida -nos enseña María- se la cuida siempre. Se la cuida con la ternura que la cuidó ella desde el momento que se la espera hasta el último aliento del camino. Cuidar la vida entraña sembrar esperanza. Pueblo que cuida la vida es un sembrador de esperanzas”.
Remarcó que hay que “cuidar la vida de los niños y de los ancianos, las dos puntas del camino” y advirtió que pueblo que no lo hace “comienza a ser un pueblo en decadencia”.
“Cuidar a los niños y a los ancianos porque en ellos está el futuro de un pueblo. Los niños porque son la fuerza que van a llevar adelante la patria, los ancianos porque son el tesoro de sabiduría que se vuelca sobre esa fuerza”, afirmó Bergoglio, y, en ese marco, concluyó que cuidarlos “es sembrar esperanza”.
“María cuidó a Jesús desde chico y nos cuida a nosotros que somos sus hijos, también desde chicos. Aquí, ahora recibimos el cuidado de nuestra Madre y hoy por razones de la reparación del templo quiso salir a la puerta a esperarnos” y éste “es el lugar elegido por nuestro pueblo para venir a consagrar la vida, a traer a los hijos”, añadió luego el arzobispo de Buenos Aires.
Finalmente, dijo que: “Aquí en tu casa volvamos a consagrarnos para que no nos falte tu amor. Te pedimos que cuides a tus hijos, que cuides a tu pueblo que peregrina para recibir siempre tu protección”.


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