La verdad de Cristina: Teme un abucheo en el Teatro Colón


Los Kirchner no caen bien fuera del círculo clientelar que han construido, a fuerza de gasto público desbordado. Y por eso Cristina teme que visitando el Teatro Colón -además de aburrirse mucho porque no tiene afinidad cultural con esa propuesta de espectáculos- termine abucheada por los presentes. Por eso era casi obvio que rechazaría asistir a la reinauguración de la tradicional sala porteña.

EDGAR MAINHARD | 21/05/2010 | 09:47


CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Los Kirchner nunca han sido aceptados por los porteños. En 2003, en la metrópolis ganó Ricardo López Murphy la carrera a Presidente, y Mauricio Macri perdió muy poco ante Aníbal Ibarra, impulsado por Néstor Kirchner, quien apeló al exitismo de muchos electores y tuvo la enorme ayuda del multimedios Clarín para aquel evento.

En 2005 tampoco ganaron los Kirchner en la Ciudad y el PRO fue detrás de una lista sábana que lideró Macri, quien ganó la Jefatura de Gobierno en 2007. El otro comicio, el de 2009, tampoco fue favorable a los Kirchner. Y no puede ignorarse que, pese a todo lo conocido de las escuchas telefónicas que investiga el juez Norberto Oyarbide, la imagen pública de Macri no ha descendido en proporción al escándalo ni en la Ciudad ni en el Gran Buenos Aires. En el caso de la Ciudad, el problema de Macri, en todo caso, es la lista de promesas incumplidas que le recuerdan sus electores pero no la ofensiva judicial.

Por eso Macri puede ir a un evento público como es la reinauguración del Teatro Colón pero ninguno de los Kirchner asistiría.

Los eventos públicos a los que asiste Cristina son de 3 categorías:

> los que organizan los gobernadores e intendentes, con retribución paga a cada uno de los asistentes, o sea con movilización clientelar;

> los que se organizan en la Casa Rosada u otras reparticiones públicas; y

> los que garanticen el cumplimiento del protocolo más estricto.

Cristina nunca fue popular entre los porteños. Ella no ganó en la Ciudad cuando fue candidata presidencial en 2007. Y con el público que podría asistir al Colón terminó de enemistarse durante el largo conflicto con el campo, en 2008.

La gente que puede llegar a asistir al Colón no es kirchnerista ni lo quiere ser.

El drama de Cristina es la incapacidad para relacionarse con ese público que la considera soberbia, egocéntrica y, además, no la respeta intelectualmente.

Y no es que a Cristina no le importen los porteños porque por algo el matrimonio se compró un amplio departamento en el Barrio Norte de la Ciudad hace varios años.

Luego, la propuesta cultural de la velada no seduce a Cristina. Es curioso que una Presidente que tanto insiste en fotografiarse con íconos culturales, se aburra tanto con la música clásica.

El desaire a la invitación de Macri al Colón era obvio que sería rechazado porque Cristina solamente iría si ella pudiera organizar la propuesta y garantizar quién ingresa. Por motivos bastante similares decidió montar su propio Tedeum en la Basílica de Luján y no aprovechar la que organizó el cardenal Jorge Bergoglio en la Catedral Metropolitana.

El problema político es que los Kirchner siguen aislándose y es paradójico: cuando ellos dicen que han vuelto a recuperar imagen positiva en las encuestas, sin embargo se exhiben más sectarios que nunca, conducta que pone en tela de juicio esa promocionada recuperación.

Los Kirchner desnudan su temor al contacto con quien no controlan y, además, una cierta cobardía para enfrentar públicos adversos y salir airosos. En esas circunstancias es cuando pueden conocerse a los verdaderos líderes.

Todo lo demás, los argumentos de Cristina, tal como diría un peronista que fue amigo de muchos montoneros hoy kirchneristas, es solamente cháchara.

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